Que levante la mano el que no se haya quedado alguna vez maravillado en Ikea con esos miniespacios de 35 metros cuadrados en los que parece caber todo lo necesario y que, además, no pueden ser más cuquis. El quid del asunto llega cuando nos toca vivir en uno de esos micropisos. ¿Qué podemos aprender viviendo en ellos?
Ahorrarás un montón de dinero en ropa
Comprarás solo lo justo y necesario: de lo bueno, lo mejor. Y solo lo mejor. Lo que quepa en el miniarmario porque, que no os engañe Carrie Bradshaw, en un miniapartamento... el armario será siempre también mini.
No caerás en la inercia de la tendencia
¿No me digas que las botas mosqueteras vuelven a estar de moda? Pues, si vives en un minipiso, solo te las comprarás si realmente te gustan. Que no está el miniarmario para derroches de espacio.
Aprenderás a decorar con mesura
Olvida el árbol de Navidad de dos metros, con espumillón dorado y un millón de luces. Un par de láminas minimal, alguna velita cuqui y tu apartamento tendrá (casi) el aspecto de esos fantásticos espacios de las revistas de decoración.
Elegirás a tus invitados con mimo
Los miniapartamentos hacen selección natural de amigos. Atrás quedaron los tiempos de invitar a todos tus amigos a una fiesta de cumpleaños en casa de tus padres. Ahora elegirás con mimo a los pocos invitados que caben en la cena de celebración.
Aprenderás a viajar low cost
Por mucho que hayas protestado antes, ahora te parecerá una idea brillante eso de viajar solo con una maleta de mano, por más que te vayas a pasar 17 días recorriendo Australia. Ni te cabe una maleta grande en casa ni supone ya un misterio para ti eso de meter el máximo de ropa en el mínimo de espacio.
Entenderás el verdadero significado de la palabra multiusos
Hay casas en las que hay una mesa para cada cosa: una en la cocina para diario, otra en el comedor para los días más especiales, una en el despacho para trabajar desde casa, otra de centro en el salón y hasta una en una esquina por simple decoración. Vaya desperdicio. En un miniapartamento aprenderás que una sola mesa nos puede solucionar todas las papeletas, hasta sustituir a esa tabla de planchar que no sabrás dónde guardar.
Valorarás lo realmente especial
Los miniapartamentos nos obligan a ser minimalistas, nadie quiere vivir en una casa que parezca una tarta de boda. Así que habrá que seleccionar con mucho mimo qué fotos quieres ver a diario o qué objetos significan para ti lo suficiente como para que tomen protagonismo.
Potenciarás el pequeño comercio
Se acabaron las megacompras mensuales en grandes establecimientos. No por nada... es que no nos cabe todo eso en casa. Así que volveremos a valorar todo lo bueno de bajar cada pocos días a la carnicería, la pescadería o la frutería a comprar producto fresco.
Valorarás la tecnología sobre todas las cosas.
Un Kindle que no ocupa espacio y en el que caben todos los libros que se comerían el espacio de tu salón. Una cuenta premium de Spotify en lugar de una columna enorme de CDs. Netflix sustituyendo a cajas y cajas de DVDs. No sé si tendrá algo menos de encanto, pero sí que estará todo más a mano... ¡y no ocupará nada!
Tu filosofía será el 'carpe diem'
Carpe diem. Seize the moment. Cualquier excusa de estas nos vale para aparcar el pasado. No hay espacio para archivadores y archivadores de apuntes que jamás volverás a consultar ni para el equipo de esquí que te recuerda que al final no llegaste a cogerle el gusto a eso de esquiar y ni hablemos de aquel traje de novia fallido que aún mirabas de vez en cuando con nostalgia. Benditos miniapartamentos en los que no caben.
Harás un verdadero esfuerzo de sostenibilidad
Greenpeace ya está tardando en crear un premio al mérito para las personas que viven en un miniapartamento. El cubo de los deshechos orgánicos, el de los inorgánicos, el vidrio, el papel... Reciclar implicará una verdadera opción por la sostenibilidad. Y ya ni hablemos de desplazarnos en bici. Encontrar un lugar para guardarla es heroico, pero merece (mucho) la pena.
Acabarás con los souvenirs horteras
Atrás quedaron los tiempos en que paseábamos por las orillas del Sena y nos parecía buena idea comprar una acuarela de París al atardecer que, al volver a casa, nunca acababa de gustarnos. Asumámoslo, no tenemos paredes para tanta cosa. De figuras africanas ni hablamos, claro. Así que convirtamos en lema eso de no llevarnos de un viaje nada más que nuestros recuerdos (y un montón de fotos... en formato digital, claro).
En Trendencias | ¡Por fin voy a tener un huerto urbano! Mis trucos para conseguirlo
Ver 2 comentarios