El conflicto es inherente y necesario para el ser humano. También es una oportunidad para cambiar las cosas y afianzar relaciones pero resolverlo sin que nos afecte es, en líneas generales, misión imposible.
"El conflicto se sigue percibiendo en la sociedad como un hecho negativo y perjudicial que inconscientemente relacionamos con el enfrentamiento y situaciones indeseables (incluso con la violencia)", nos explica Berta Gómez, psicóloga y psicoterapeuta.
Todos nos hemos sentido vulnerables, tensos o preocupados ante la aparentemente compleja situación de tener que resolver diferencias con compañeros de trabajo, familiares o pareja. "Atravesarlo nos produce estrés y malestar, de ahí que exista cierta tendencia a evitarlo para no sufrir las consecuencias mencionadas... ¿pero no generará el negarlo algo peor?", se pregunta la experta.
Somos humanos y en consecuencia sentimos emociones, eso es innegable, pero sí está en nuestra mano decidir qué hacemos con ellas y trabajarlas para que no nos invadan hasta el extremo. Por eso, enfrentarse al problema nos ayudará además a profundizar y afianzar relaciones que, de no ser por esta 'oportunidad', se habrían ignorado. Hoy te damos las claves para gestionar un conflicto de forma sana:
El conflicto como motor de cambio: una oportunidad para el desarrollo personal
Todo consiste en cambiar el enfoque y entender el conflicto como motor de cambio: "El conflicto nos lleva a mejorar situaciones y lo mejor que podemos hacer es transformarlo en una oportunidad, ya que nada puede evolucionar si no pasa por una 'revisión' previa de los hechos que motiva a la revolución al cambio".
Aunque no lo creas, tiene importantes y positivas repercusiones en nuestra vida. "Afortunadamente la idea del conflicto ha evolucionado. Ha pasado de percibirse como un hecho negativo a una oportunidad para el desarrollo personal", explica Gómez.
La psicóloga y psicoterapeuta, especializada en relaciones de pareja, nos invita a dejar de lado la parte destructiva que nos montamos en la cabeza en muchas ocasiones: "El conflicto, resuelto desde el cuidado, es inherente a las relaciones y nos ayuda a afianzarlas".
Expresarte te libera
Este punto va muy ligado al anterior. "El conflicto es también una oportunidad para expresarnos y reconocer nuestro malestar. Además, propicia el mantenimiento de las relaciones y gracias a él nos vemos obligados a desarrollar ciertas actitudes. En definitiva, es una oportunidad para el cambio", añade. Nos saca de ese aparente estado de comodidad, de la conocida y asfixiante zona de confort.
Identifica el problema y céntrate en las aportaciones
"Identificar el problema te ayudará a centrarte en el objetivo y dejar de lado lo secundario e irrelevante", asegura la experta. Así mismo, nos explica que observar las diferencias desde un punto de vista constructivo ayudará a los afectados a entender la realidad del asunto y abordarlo. "Se trata de definir el problema y las necesidades de las partes".
Centrarnos en las aportaciones nos ayudará a resolverlo. "Prioriza y piensa en todo lo que ganarás cuando haya pasado. Cuando estamos en mitad de la vorágine, o incluso antes de que ocurra, tendemos a dejarnos llevar por todo lo malo que va a suceder. No es así en absoluto, los conflictos enriquecen a nivel personal y grupal".
La prioridad es la resolución del conflicto (y no quién tiene razón)
Recuerda que esto no es un conflicto de egos; la prioridad es resolver el problema, por encima de todo. Propón variedad de opciones para solucionarlo: "El conflicto plantea retos y fomenta la competitividad constructiva".
Deja que las cosas pasen
"Tememos tanto al conflicto que preferimos no enfrentarnos, creando una bola de gigante de malestar e incertidumbre dentro de nosotros. Muchos hemos llegado a hacer un mundo de ello y, muchas veces, a posteriori, nos hemos dado cuenta de que no era para tanto", nos cuenta la psicóloga.
No nos damos cuenta de que la clave para resolverlo está a menudo en dejar que las cosas pasen. "No podemos controlar cómo evolucionarán las cosas ni tenemos la capacidad de salvar o cambiar a ciertas personas", recoge. Confía en la fluidez del tiempo, mantén la calma y respira.
Practica la escucha activa y comunícate de forma asertiva
Otra de las claves para canalizar las emociones cuando estamos tensos es prestar atención a lo que ocurre a nuestro alrededor y practicar la comunicación asertiva.
"Tenemos tantas ideas en la cabeza que nos olvidamos de escuchar al que tenemos enfrente y nos perdemos mucha información. Es fundamental entender al otro para poder resolver el problema, sea el que sea", advierte.
"Por encima de todo, respeta al otro, ve dispuesto a perdonar y asegúrate de que los implicados optéis por estrategias pacíficas. Es lógico que exista un choque de pensamientos, pero solucionad desde el cuidado".
Fotos|Ally McBeal