Desde hace algún tiempo, en el mundo de los negocios, se vienen reivindicando las consecuencias positivas del fracaso. Sí, el fracaso puede ser una experiencia de la que aprender. Y no solo nos referimos al fracaso profesional. En nuestra vida personal, en ocasiones, un fracaso puede ser el punto exacto de inflexión que necesitamos para retomar las riendas.
En Estados Unidos, es habitual que un trabajador reserve un espacio en su currículum para reflejar sus fracasos profesionales. Se considera normal que un emprendedor tenga una media de 3,75 fracasos por cada triunfo. John Maxwell, experto en liderazgo, es el autor del libro El lado positivo del fracaso: ¿cómo convertir los errores en puentes hacia el éxito?. En él, resume los puntos a través de los cuales podemos convertir el fracaso en un valor positivo en los negocios, pero sus palabras son válidas en cualquier ámbito de nuestra vida:
Apreciar el valor del fracaso
Debemos ver el fracaso como el avance en un cuentakilómetros. Cuanto más experimentemos, aunque la experiencia derive en un fracaso, más cerca estaremos de nuestro objetivo final. Siempre será más sabio quien ha conocido la manera de levantarse de un fracaso que quien no ha visto nunca de cerca el suelo. Da igual que sea en el mundo del trabajo o en un fracaso personal. Pasamos toda nuestra vida aprendiendo, la mayoría de las veces de forma inconsciente. Cuántas cosas no haríamos ahora diferente de lo que hicimos diez años atrás, cuántos errores no volveríamos a cometer... Si somos conscientes de ello, no debe cabernos duda de que no hemos parado de aprender.
«El éxito representa el 1% del trabajo resultante del 99% restante, al que se suele llamar fracaso. Ninguna persona que no esté familiarizada con el fracaso tendrá éxito». Soichino Honda, fundador de Honda Motors.
No tomarse el fracaso de forma personal
La clave está en no caer en la autocompasión, tanto en lo profesional como en lo personal. Caer en conceptos como «nada me sale bien» o «tengo mala suerte» es una tentación grande, pero no nos ayudará en nada en el camino hacia la recuperación. Es normal que a un fracaso siga un cierto momento depresivo. A todos nos ocurre y es, no solo natural, sino necesario. Pero en nuestras manos está decidir cuánto tiempo dejaremos que ese fracaso domine nuestra vida. Costará, pero hay que sacar fuerzas de flaqueza para salir del fango.
Utilizar el fracaso para rectificar
La autocrítica es fundamental para acabar triunfando en cualquier ámbito de la vida. Reflexionar sobre los ámbitos en los que hemos fallado es un ejercicio necesario. No siempre nos va mal por culpa de los demás, o de la crisis, o de circunstancias externas. Sepamos en qué hemos fallado y luchemos por no repetir errores.
No perder el sentido del humor
Reírse de uno mismo es más fácil de proponer que de hacer, lo sabemos. Maldita la gana que tenemos a veces de echarle sentido del humor a aquello que nos atormenta. Pero hagamos un esfuerzo, reunámonos con aquellas personas que nunca nos fallan y juguemos a reírnos un poco de nuestro propio fracaso.
«Para mí, un fracasado es solamente una persona que no aprende de sus propias experiencias». Jesús A. Mármol, autor de 'El poder transformador del fracaso'.
Preguntarse ¿por qué?, no ¿quién?
No todos los fracasos tienen un culpable. Es difícil de aceptar, pues tendemos a buscar siempre al responsable de lo que nos hace daño, sea una persona externa o nosotros mismos, pero debemos centrarnos en las causas del fracaso, sin señalar con el dedo a quien creamos que nos ha conducido a él.
Usar el fracaso para medir el crecimiento
Cómo puede medir sus éxitos quien nunca ha fracasado. Esa es una pregunta que debemos mantener en nuestra mente en los peores momentos. En una vida en que todo fuera siempre de color de rosa, resultaría muy difícil ser consciente de la verdadera importancia de los éxitos y, lo que es más importante, la capacidad para alegrarnos por ellos sería también menor.
«Ante un fracaso, podemos invadirnos de tristeza y de pesimismo o ver las oportunidades que nos puede propiciar, porque una misma realidad no deja de ser una interpretación de los hechos». Manuel Reyes, socio-director de MRC International Training.
Ver las cosas con perspectiva
Cuando algo nos sale mal, tendemos a hundirnos y creer que es lo peor que nos ha podido ocurrir. Sin embargo, al echar la vista atrás un tiempo después, muchas veces no entendemos por qué dimos tanta importancia a aquel mal momento. La vida es larga y está llena de coyunturas, buenas y malas. No dejemos que un fracaso puntual se convierta en el centro de todo; tomemos la perspectiva necesaria para entender que, dentro de algún tiempo, quizá no nos importe nada.
No darse por vencido
Cambiar de idea, explorar nuevas perspectivas o dar un giro radical a nuestra vida no es rendirse. Rendirse es dejar que el fracaso tome el mando de la situación y darse por vencido. No le demos esa posibilidad. Sigamos luchando por convertir cualquier fracaso en el camino más directo hacia el éxito.
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