La felicidad está en esta frase según Albert Einstein. Y su teoría es tan actual que hasta la usa Arthur C. Brooks

El científico con más éxito del mundo ideó una teoría de la felicidad que aún hoy está  relacionada con los consejos de los mejores expertos en bienestar

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“Lo que buscamos es la felicidad”, aseguraba Albert Einstein en una entrevista para un periódico alemán en 1931. Confesaba que no le importaba qué sistema político gobernara siempre que la gente de todo el mundo fuera feliz. Esa búsqueda de la felicidad de Einstein sigue presente un siglo más tarde, porque si lo piensas, en pleno 2024 lo que seguimos buscando es la felicidad.

Tal era la preocupación de Einstein por este tema que aunque muchos no lo sepan, llegó a dar una charla titulada “Ciencia y felicidad” en Caltech, en la que se preguntaba si su campo de estudio hacía del mundo un lugar mejor o peor. “¿Por qué esta magnífica ciencia aplicada que ahorra trabajo y hace la vida más fácil nos aporta tan poca felicidad?”, preguntaba a los estudiantes. él mismo respondía que “Todavía no hemos aprendido a hacer un uso sensato de ella”. ¿Llegó a encontrar ese uso sensato? Lo cierto es que sí, y que llegó a formular su propia teoría de la felicidad en una única frase: “Una vida tranquila y modesta trae más felicidad que la búsqueda del éxito combinada con una inquietud constante”.

La teoría de la felicidad de Einstein: menos obsesionarse con el éxito y perseguir una vida más simple

La teoría de la felicidad de Albert Einstein se vendió en una subasta en Jerusalén por 1,3 millones de dólares. Fue posible venderla porque el físico la garabateo en una hoja y aunque no es tan conocida como su teoría de la relatividad, su historia resulta tremendamente interesante.

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En 1921, Albert Einstein fue galardonado con el Premio Nobel de Física por su explicación del efecto fotoeléctrico que probaba la existencia de los fotones y su papel en el modelo cuántico de luz y materia. Un año más tarde viajó a Japón para dar una serie de conferencias cuando un botones le entregó en su habitación de hotel un paquete. No sabemos si el físico ya sabía que las propinas no están bien vistas en Japón o si no tenía dinero en ese momento, pero entregó un papel garabateado en alemán en el que advierte de los peligros de obsesionarse con el éxito. Una perspectiva más simple de la vida es la verdadera clave de la felicidad para Einstein, ya que asegura que puede conducir a una mayor sensación de realización y satisfacción.

Si ojeamos una biografía del famoso físico nos daremos cuenta de que la propia carrera de Einstein es un testimonio de esa teoría. Cuando era niño, Albert Einstein era lento aprendiendo, especialmente a la hora de hablar, por lo que su familia llegó a pensar que podría ser discapacitado mental. Años más tarde, fue rechazado por la Escuela Politécnica de Zúrich y tuvo que graduarse en la Politécnica Federal Suiza. Superó la adversidad y, como explicaba a la CNBC Emma Seppälä, psicóloga de Stanford y directora de la facultad del programa de liderazgo femenino en la Escuela de Administración de Yale, lo hizo en gran medida mediante el trabajo duro, porque “sabía que era una cuestión de tiempo y esfuerzo”. De hecho el propio Einstein decía en una de sus citas más célebres que “el fracaso es el éxito en progreso”.

“Trabajamos muy duro para alcanzar una meta, anticipando la felicidad que nos traerá. Desafortunadamente, después de un breve período de calma, volvemos rápidamente a nuestra forma de ser habitual y comenzamos a perseguir la próxima cosa que creemos que casi con certeza, y finalmente, nos hará felices”, como explicó el psicólogo Frank T. McAndre. Esto es algo que ya nos explicaba Arthur C. Brooks al hablarnos de la cinta de correr hedónica. El secreto de la felicidad de Einstein coincide bastante con el concepto psicológico moderno de la cinta hedónica: si aspiras a un indicador externo de éxito, nunca llegarás a tu destino por mucho que corras. No alcanzarás la felicidad.

Aunque la fórmula de Einstein no sea mágica sí es un buen comienzo.

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