Siempre nos encanta ver como las famosas lucen los últimos modelos recién salidos de la pasarela a la alfombra roja. Como los conjuntan, como les imponen una personalidad propia que durante los desfiles se diluye entre las modelos que forman la pasarela.
Así que cada vez que una famosa se hace casi casi portadora del estilo inconfundible de una firma, es por demás que pensemos si de verdad le gustan esos modelos o simplemente es una mera relación de negocios, ya que en el mundo de la moda y el jet set es obvio que ambos pueden o no conjuntarse en un mismo placer.
Se ha pasado de la campaña publicitaria que llena las páginas de actrices y cantantes a un vínculo formal por medio de contratos multimillonarios para lucir exclusivamente modelos de una determinada firma en las galas y eventos en que pueda asistir la celebridad.
Fotos que dan la vuelta al mundo y rostros asociados a determinados nombres: Keira Knightley y Diane Kruger para Chanel, Reese Whiterspoon para Nina Ricci, Scarlett Johansson para Louis Vuitton, Katie Holmes y Armani, Angelina Jolie para Sint John o Charlize Theron y Eva Green para Dior.
Son sólo algunos nombres, otros se mantienen en el anonimato por falta de contundencia, o más bien de pruebas. Pero no dudaria nada acerca de Balenciaga y las gemelas Olsen o Jennifer Lopez y Marchesa, sin embargo tampoco se peude llegar al extremo de creer que todo lo que viste una celebridad se debe al dinero que le pagan las firmas o a los regalos que les hacen para lucirlos.
Eso sería creer que las actrices, cantantes y demás famosas no tienen ningún gusto personal y que son simples cajas registradoras que se abren cuando entra dinero.
