Ha sido todo un alivio que los estudios científicos hayan corroborado que el consumo habitual de café, siempre que sea moderado, podría tener efectos positivos para la salud del sistema nervioso. No me escondo, yo soy de las que según me levanto voy directa hacia la cafetera para preparar mi bebida por excelencia de los desayunos. Un pequeño chute de cafeína que me ayude a despertarme del todo y estar lista para empezar con la rutina, pero, ¿actúa el café por igual en nuestro cuerpo a cualquier edad?
Una investigación científica ha revelado que el consumo regular de café empezaría a tener un impacto específico en el funcionamiento del cerebro a partir de los 60 años, en concreto efectos nocivos más notorios. Según los datos recogidos en el estudio, esto se debe a que las personas más mayores pueden experimentar cambios en sus capacidades cognitivas, debido a esa interacción prolongada de la cafeína en el cerebro. Esto podría derivar en una probabilidad más alta de sufrir insomnio o la ansiedad, así como un deterioro temprano del sistema cognitivo.
Para llegar a esta conclusión se realizó un estudio a 8 mil participantes, de los cuales, 451 eran personas mayores de 60 años, de entre ellas un 60% mujeres. Los resultados revelaron un dato preocupante: aquellas personas que consumían más de tres tazas de café al día mostraron un deterioro más acelerado en sus capacidades cognitivas, en comparación con quienes bebían poco o nada de esta bebida.
A medida que envejecemos nuestro cerebro se hace menos resistente a la cafeína, de forma que disminuye nuestra tolerancia y experimentamos sus efectos de una forma más intensa. Esto no quiere decir que se desvanezcan sus propiedades antioxidantes y antimicrobianas, pero es evidente que cada cuerpo y organismo es un mundo y cada uno tolera de distinta forma este estimulante. Aun así, en líneas generales, es a partir de los 60 cuando debemos de prestar atención a la cantidad de café que consumimos.
Esto no quiere decir que una vez que cumplas los 60, el café pase a ser un alimento a desterrar de la dieta, sino que es esencial prestar atención a la importancia de un equilibrio y consumirlo de forma moderada si queremos evitar ese posible deterioro de la salud cognitiva. La clave está en reducir las tazas de café y, en vez de optar por la dosis diaria recomendada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, que sería de hasta 200 mg de cafeína diaria en un adulto sano, es decir, de unos 342 mg al día, que equivaldría de forma aproximada a 3 tazas, optar por 1 o 2 tazas en su lugar.
Fotos | Marta Dzedyshko en Pexels, Anastasia Belousova en Pexels
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