Megan Fox es una de las actrices que suelen aparecer habitualmente en esas listas de las mujeres más guapas/sexys/deseadas o cualquiera de sus variantes en el mundo. Así que alguien podría pensar que la estadounidense debe de vivir en paz y armonía con su cuerpo, encantada de mirarse en el espejo siempre que puede. Pero nada más lejos de la realidad porque acaba de confesar públicamente que padece dismorfia.
Ha sido en la edición británica de la revista GQ Style, para la que ha posado junto a su pareja, el rapero Machine Gun Kelly, en unas fotos de alto contenido erótico. Sin embargo, lo que ha generado conversación son las palabras de Fox sobre salud mental:
"Podemos mirar a alguien y pensar: 'Esa persona es tan guapa, su vida debe de ser muy fácil'. Pero lo más probable es que no se sienta así", ha declarado la actriz. Y es que también reconoció que está diagnosticada de dismorfia corporal y que tiene "muchas inseguridades profundas".
El trastorno dismórfico corporal es una patología que sufren entre una y cinco personas por cada 100. Se trata de un trastorno que está relacionado con una preocupación extrema o excesiva por nuestra imagen corporal llegando a ser obsesiva y patológica. Esta preocupación puede llevar a sentir ansiedad y percibir nuestro cuerpo de manera totalmente irracional.
Esto puede afectar a cómo viven su vida las personas afectadas, ya que pueden llegar a pasar mucho tiempo y dedicar mucho esfuerzo en buscar cómo deshacerse de dicho presunto defecto físico o fantaseando cómo sería su vida sin ello, lo que puede hacer que desarrollen hábitos poco saludables y autodestructivos que agraven la situación.
De hecho, hace dos años, en una entrevista con Entertainment Tonight, Megan reconoció que "colapsó psicológicamente" tras el estreno de Jennifer's Body: "No quería que me vieran, no quería tener que hacerme una foto, caminar sobre una alfombra, no quería que me vieran en público en absoluto porque sentía miedo, y tenía la creencia y la certeza absoluta de que se burlarían de mí, o me escupirían, o alguien me gritaría, o la gente me apedrearía o me atacaría... Pasé por un momento muy oscuro después de eso", explicó la actriz sobre lo que había vivido justo una década antes.
Los síntomas no son siempre iguales en todas las personas, lo que puede dificultar el diagnóstico. En general, tienden a obsesionarse con sus características faciales o con áreas particulares de su cuerpo. Algunas personas pueden evitar por completo el contacto con otras personas y otras pueden relacionarse socialmente, pero resultarles acomplejante y fuente de nerviosismo y sufrimiento. En general, tienen una percepción negativa de su cuerpo e imagen corporal, sienten vergüenza o culpa, pueden padecer ansiedad o depresión.
Fotos | @meganfox