Según A. Kinsey una gran parte de las personas no son, aunque sea lo que muchos creen, totalmente heterosexuales. Este investigador rompió el modelo sexual basado en la dicotomía, ese que planteaba que o se era heterosexual o se era homosexual, afirmando que hay unos cuantos grises entre esos dos polos. Principalmente heterosexual pero incidentalmente homosexual, hetero y homo al 50%... estos son algunas de las categorías de la Escala Kinsey.
En una época en la que poco o nada se hablaba de sexo, A. Kinsey realizó un macro-estudio sobre sexualidad humana. Los datos obtenidos tras entrevistar a más de 5000 norteamericanos fueron recogidos en dos volúmenes: “Conducta sexual del varón” (1947) y porteriormente “Conducta sexual de la mujer” (1953).
A pesar de tratarse de textos de índole científica el éxito de ventas fue notable: todo el mundo quería leer ese estudio que decía que, en contra de lo que hasta ahora se afirmaba, en contra de lo que la mayoría “confesaba”, pocas son las personas exclusivamente heterosexuales u homosexuales.
El mundo sexual no se dividía entre “puros heteros” o “puros gays”, sino que había toda una gama de grises entre ambos polos.
Junto a Masters y Johson, Kinsey fue uno de los autores que consiguió que el mundo hablara de sexualidad humana en una época en la que no se hacía: para empezar, la homosexualidad estaba penada con cárcel en EE.UU. (país de Kinsey) entre otros muchos lugares.
Imagina la reacción de la sociedad al escuchar no solo que la homosexualidad es una opción natural, sino que, según su estudio, muchos hombres y mujeres son “mayoritariamente heterosexuales... y un poco homosexuales”.
Lo que más ha trascendido del estudio de Kinsey fue, precisamente, la escala Kinsey en la que clasificaba la orientación sexual del ser humano... más allá de hetero u homosexual.
La escala de Kinsey
La propuesta de Kinsey es categorizar la sexualidad humana como un espectro, un continuo en lugar de los dos polos, las dos categorías que hasta ese momento se contemplaban de un modo dicotómico, “O se era heterosexual o se era homosexual”.
Lo revolucionario del trabajo de Kinsey fue, como comentábamos antes, precisamente indicar que la sexualidad humana no funcionaba de un modo binario, no es heterosexual o gay, sino que entre esos dos polos hay un montón de grises.
Concretamente Kinsey y sus colaboradores establecieron 6 categorías:
- 0: Exclusivamente heterosexual.
- 1: Predominantemente heterosexual, solo incidentalmente homosexual.
- 2: Predominantemente heterosexual, pero más que incidentalmente homosexual.
- 3: Igualmente heterosexual y homosexual.
- 4: Predominantemente homosexual, pero más que incidentalmente heterosexual.
- 5: Predominantemente homosexual, y solo incidentalmente heterosexual.
- 6: Exclusivamente homosexual.
No hay un test oficial
A pesar de que Internet está plagado de webs en las que puedes “hacer el test” para saber cómo de heterosexual o de homosexual eres, la realidad es que ninguno proviene del propio Kinsey o del Instituto que lleva su nombre.
La propuesta de Kinsey no contemplaba un test con el que ubicar a los individuos: la escala Kinsey se basa en en la historia sexual de los sujetos, no es una prueba psicométrica con la que evaluar o determinar “en qué punto estamos”.
Validez de la Escala en el siglo XXI
Han pasado muchos años desde ese 1948 en el que vio la luz el estudio de Kinsey y sus colaboradores, un tiempo en el que sociedad y conocimiento han avanzado mucho en este terreno. De hecho desde el propio Instituto Kinsey se reconoce que la escala no recoge todas las opciones sexuales. Posteriormente autores como J. Klein ampliaron la escala.
Hoy en día se manejan teorías desde las que la orientación sexual puede contemplarse como un continuo, al igual que proponía Kinsey, pero que en lugar de ser estático (“soy un 5 o un 3”), se trataría de algo que puede fluctuar a lo largo del la vida... o de una situación a otra.
El trabajo de Kinsey no ha estado exento de críticas, y no solo a nivel “social”: problemas metodológicos serios hacen que los resultados sean más que cuestionables.
Una de las críticas era acerca de la muestra usada para elaborar el estudio: una gran parte de las personas a las que realizó la entrevista era población reclusa y voluntarios. En una época en la que a nivel social no se hablaba de sexo, no se pueden tomar como referencia las respuestas de personas que voluntariamente quieren hablar de ello, porque ya de entrada están aportando un sesgo (querer hablar de sexo).
Sea como fuere, y a pesar de las críticas a su estudio, Kinsey logró que se hablara de sexo y que se empezaran a normalizar sexualidades. Este autor ayudó a que superáramos un modelo binario en el que, realmente, no todo el mundo se sentía recogido.
Si quieres saber más, pero te da pereza lo técnico, hay una película sobre Kinsey y su famoso estudio protagonizada por Liam Neeson. ¡Ya tienes plan!
Fotos | Pixabay.com