Hace unos meses, me di cuenta de que había aprendido unas cuantas lecciones valiosas del fracaso de mi matrimonio y os las conté en un artículo. Uno de los puntos que mencionaba era que había aprendido a discernir entre los buenos y los malos consejos, porque hubo un momento en que recibía una media de siete consejos por segundo (más o menos) y las opciones eran aprender a filtrar o volverme loca. Después de que el artículo se publicara, recibí muchos mensajes. Un montón. Y la mayoría hablaban también de consejos.
«¡Qué identificada me he sentido con lo de los consejos!», «A mí casi me vuelven loca», «Llegó un momento en que yo misma no sabía qué quería hacer», «Hubo gente que llegó a aconsejarme una cosa y la opuesta con pocos días de diferencia». Estas frases son extractos textuales de mensajes que recibí en los días posteriores a la publicación del artículo. La verdad es que los agradecí por muchos motivos, pero uno de ellos era ese famoso... mal de muchos, consuelo de tontos. Y a mí me consoló saber que no era yo la única que había sufrido un ataque de consejitis aguda en el momento más complicado de mi vida. Y me lancé a recopilar todos esos consejos recibidos, por mí o por esas lectoras que han querido compartir con nosotros su experiencia.
[Aclaración: todas las personas con las que he hablado, y yo misma, somos mujeres. Pero en lo que se refiere a estos consejos, podríamos cambiar el género y el resultado sería exactamente el mismo]
«Tienes que alejarte de él»
Vale, bien. Suena coherente poner distancia con una expareja cuando la relación se rompe. El problema es que no siempre es fácil. No solo emocionalmente, sino en las cuestiones prácticas. Cuando una relación larga y con un compromiso firme acaba, es muy probable que el contacto inicial sea inevitable, para repartir bienes, pactar condiciones y, sobre todo, para tomar cualquier decisión relativa a los posibles hijos.
Es positivo que un buen amigo nos diga que no nos quedemos colgados emocionalmente de la persona de la que nos hemos separado, pero esa presión del «tienes que» no ayuda. Ni en este consejo ni en ningún otro.
«Quédate ahí, al acecho»
Esta es una aportación de una lectora, a la que un par de amigas aconsejaron que no se alejara demasiado de su expareja, que se quedara «al acecho». No vamos a entrar ya en lo terrorífico que suena el concepto «acecho» asociado a una relación de pareja, porque bastante tenemos con plantearnos qué podría sacar alguien de positivo de quedarse a poca distancia de una expareja. ¿No superarlo jamás? Sí, suena a eso.
«Contrata a un buen abogado y sácale todo lo que puedas»
Sí, en serio, esto lo hemos escuchado muchas algunas. A mí me lo dijo una persona a la que le tenía cariño y respeto antes de escucharlo. La ecuación es clara: a las personas que nos quieren les duele nuestro dolor y, a veces, tienen más tendencia a la venganza que nosotros mismos. O no, puede ser peor todavía: pueden ser la gasolina al rencor que es posible que llevemos dentro. Y está claro que ninguna de las dos opciones son constructivas. Dirimir una batalla emocional a través de lo material suena a idea pésima.
Evidentemente, la cosa empeora cuando hay hijos. El riesgo de acabar utilizándolos como arma arrojadiza existe y no ayudan nada esos amigos bienintencionados que ponen en duda si la otra parte los estará cuidando bien o lindezas similares.
«Vete sin mirar atrás y sin llevarte nada»
Confesión: yo recibí este consejo el mismo día que el anterior (¿se entiende así mejor por qué en el anterior artículo mencionaba que estuve a punto de enloquecer en aquella época?). Y no. Ni una cosa ni la otra. Es muy probable que una relación compartida durante años haya generado bienes comunes y muchas cosas que repartir. ¿No es un buen punto de partida para salir adelante de la ruptura afrontar lo material con madurez? Reunirse, intentar llegar a un acuerdo y recurrir a la ley si no es así. Hacerlo fácil, que ya bastante difícil estará siendo todo lo demás.
«Acuéstate con él una última vez»
¿Por qué? No, en serio, ¿por qué? ¿Porque es posible que se produzca el milagro y una decisión que costó semanas, meses o años tomar quede diluida por un buen orgasmo? ¿En serio?
«Ni se te ocurra volver a acostarte con él»
Sí, lo de los consejos contradictorios es una constante. Y si bien más o menos todos podemos estar de acuerdo en que no es buena idea seguir enganchados a la parte sexual de una relación cuando todo lo demás está muerto, no suena demasiado apetecible que nuestro entorno opine libremente sobre nuestra vida sexual, ¿verdad?
«Vuelve a casa de tu familia»
Algo que suele olvidárseles a los consejeros vocacionales es que cada persona es un mundo y no a todos nos funciona la misma fórmula. Yo necesité refugiarme en mi familia unas semanas después de mi ruptura y necesité (más aun) empezar mi nueva vida sola a continuación. Me comentaba una amiga que ella no se podía plantear volver a una casa de la que había salido quince años antes, que le incrementaría esa horrible sensación de «haberlo perdido todo». Una lectora me dijo, al leer el artículo anterior, que había vuelto a vivir con su madre y ni se planteaba salir de allí.
Personas diferentes, opciones diferentes. Entender ese concepto vale para este consejo... y para todos los demás.
«Coge la maleta y vete a vivir lejos una temporada»
Lo peor de este tipo de consejos es que suelen venir precedidos por un «tú ahora lo que tienes que hacer es». Ya no empezamos bien. Una ruptura, sea decisión nuestra o de la otra persona, es un momento difícil que nos deja en un estado vulnerable. Muchos podemos pensar, cuando todo nos va bien, que si algún día eso cambia, lo que más nos apetecería sería coger una maleta y largarnos a Londres. O hacer ese Interraíl que soñábamos a los veinte y nunca llegó a ocurrir. O lanzarnos a hacer el Camino de Santiago.
En las películas funciona y probablemente para algunas personas también. Pero la realidad de una ruptura sentimental suele ser menos ideal. Lo normal es que al día siguiente tengamos que ir al trabajo como si nada hubiera ocurrido, que tengamos responsabilidades familiares que nos aten a nuestra ciudad... ¿De verdad es necesario romper con todo cuando solo una parte de nuestra vida se ha roto realmente?
«Daos un tiempo para reflexionar antes del divorcio»
Habrá a quien le funcione, habrá a quien no. Hay quien no cree en las segundas oportunidades, hay a quien le sale bien. Hay personas que convierten un tiempo de reflexión en un alargamiento doloroso de lo inevitable; hay quien en encuentra en una separación temporal las razones para retomar con fuerza una relación en la que aún cree. ¿Lo repetimos? Diferentes personas, diferentes relaciones, diferentes opciones. Dar por hecho que un tiempo de separación temporal es el consejo perfecto es casi tan aleatorio como...
«Divorciaos lo antes posible»
... como dar por hecho lo contrario. Nadie de nuestro entorno, por muy bien que nos conozca, puede garantizar que solucionar una separación en el menor tiempo posible sea el bálsamo infalible al dolor. Ni lo contrario.
Para finalizar, un consejo anticonsejos: si alguien de tu entorno está pasando por un momento así, quizá lo único que necesita oír es un «no sé qué decirte, pero te quiero y estoy aquí para lo que necesites». Y si eres tú quien está pasando por una ruptura difícil, por un momento vulnerable, los consejos lloverán a tu alrededor. Y eso tiene una vertiente muy positiva: que hay mucha más gente de la que seguramente pensabas que te quiere, te apoya y quiere ayudarte. Pero, con respecto a los consejos, cuando te agobien, deja clara una cosa: que solo escucharás los consejos que pidas. Y como a nosotros no nos has pedido ninguno, ya no decimos nada más.
Imágenes | The Break Up y Giphy.
En Trendencias | Nueve lecciones sobre la vida que aprendí de mi matrimonio fracasado