Gijón es una de las ciudades que más turistas atrae en verano por su clima y en invierno por la belleza de sus paisajes verdes y frondosos, pero, además, para conocer su arquitectura y algunos de sus edificios más emblemáticos como son el palacio de Revillagigedo, la colegiata de San Juan Bautista o, por supuesto, sus playas del mar cantábrico.
Pero, para conocer del todo esta urbe uno de sus lugares inconfundibles de los cuáles también hay que hablar, y conocer, es del hotel que se sitúa en pleno centro y que aloja el curioso Parador de Gijón ubicado en un edificio que en su día fue molino centenario.
Y es que este edificio que sirvió en su antigüedad como molino de agua para la ciudad, se restauró en 1967 para dar cobijo al parador que es hoy, el cual siempre guardó y respetó la esencia histórica de su construcción. Está situado junto al parque de Isabel La Católica, uno de los pulmones verdes de la ciudad y rodeado de un precioso jardín con un estanque y zona de juegos infantil.
Lo más característico del edificio son sus paredes en color rojizo y los muchos ventanales que tiene en su fachada, así como el color verde de las zonas ajardinadas que rodean al hotel y dan vida y alegría a toda la construcción.
El paseo que hay desde el parador hasta la playa de San Lorenzo es espectacular, aunque también estás muy cerca de su famoso barrio marinero de Cimadevilla. Si lo prefieres puedes caminar un poco más hasta el cerro de Santa Catalina, donde verás la escultura de Chillida “Elogio del Horizonte” o, incluso, conocer algunas de sus localidades marineras más cercanas como Candás o Luanco.
El Parador cuenta con 40 habitaciones, y en su interior tiene el Restaurante Llar de Molín donde poder degustar de los platos más típicos de la cocina asturiana como los pescados y mariscos del Cantábrico, la fabada, el pastel de cabracho o el cachopo, todo acompañado de una buena sidra.
Fotos | Paradores
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