En 2024, más del 24% de la población activa (1870 millones de personas) optará por el trabajo en remoto según Forbes. Para 2028, el 73% de todos los departamentos tendrán trabajadores remotos. Aunque empresas como Amazon están instando a sus empleados a volver a las oficinas, lo cierto es que el trabajo en remoto o teletrabajo ha demostrado con creces ser muy productivo.
Una de las claves podría estar en el llamado trabajo no lineal o con horario asíncrono, que es justo el culpable de que en mi caso, se haya disparado mi productividad, y te cuento por qué.
Qué es el trabajo no lineal o trabajo asíncrono
Según mmhmm, la aplicación creada por Phil Libin, “trabajar de forma asíncrona es una manera de trabajar en equipo de modo diferido en el tiempo, es decir, en distintos momentos del día. La principal diferencia con los modelos de trabajo tradicionales radica en que no se espera que todo el mundo esté disponible y trabaje en las mismas franjas horarias”.
Simplificando mucho, el trabajo asíncrono se produce cuando el trabajador organiza su propio tiempo de trabajo para ser más productivo y no sigue un horario establecido. No sigue el estándar lineal que surgió durante la revolución industrial.
En esa época se implementó un horario de 9 a 6 que terminó también en las oficinas y que continúa a día de hoy. La pandemia sin embargo llegaba para demostrar que con el teletrabajo, éramos más eficientes. Cada vez se teletrabajaba más, de hecho según una encuesta realizada por el Banco de España el 80% de las empresas aumentó su trabajo en remoto en 2020.
Con esto comenzó a surgir otro término, la llamada "jornada laboral no lineal" o trabajo asíncrono. Consiste en hacer el trabajo fuera del tradicional horario fijo de 9 a 6, acoplándonos al horario que mejor nos viene, lo que mejora la conciliación. Trabajando asíncronamente las tareas se realiza en intervalos flexibles y repartidos a lo largo del día, lo que facilita que trabajemos en nuestras horas más productivas y evitamos trabajar en las más improductivas.
Por ejemplo, si hacemos caso a la técnica del reloj biológico, mis horas más productivas son por las mañanas a primera hora. En mi caso, comienzo a trabajar a las 6 y media de la mañana y al mediodía, que soy menos efectiva, me voy al gimnasio. Después de hacer ejercicio mi energía vuelve a crecer, por lo que vuelvo a retomar mi jornada laboral a las 5 y las horas restantes son tan productivas como las primeras. Consigo hacer mucho más en el mismo tiempo porque estoy más concentrada y tengo la atención focalizada. Esa concentración aumenta mi rendimiento y productividad.
La concentración no solo viene de la flexibilidad horaria, también del ruido. O mejor dicho, de la ausencia de él. Según los resultados de este estudio, el ruido ambiental de las oficinas tiene la culpa de que los empleados no sean capaces de concentrarse en su trabajo.
Otra ventaja del trabajo asíncrono es que evitamos reuniones, que ya se ha demostrado que matan la productividad, y la comunicación se vuelve más útil y eficaz, porque somos más concisos. Además, trabajando de manera asíncrona evitamos distracciones como los mensajes de chat, por ejemplo.
El trabajo no se resiente (al menos el mío no lo ha hecho, al contrario), pero sí exige no solo constancia sino un gran sentido de la responsabilidad, que nos asegure que realizaremos toda la jornada laboral. Y si tienes miedo de “irte” de horas, te dejo mi truco: un cronómetro. Solo tienes que activarlo en el móvil cuando empiezas a trabajar y pausarlo cuando paras a mitad del día para reactivarlo después. Mano de santo.
Fotos | El caso Sloane
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