Antes de este verano solo había estado en Barcelona una vez antes y fue en marzo, de forma muy breve y con una temperatura fantástica. Así que disfruté de mi visita exprés a la ciudad condal y lo recordaba con cariño. La verdad, tenía ganas de poder ir con algo más de tiempo para poder conocer algo más la ciudad.
La oportunidad se presentó este julio, hace solo un par de semanas. En realidad, el viaje no era por turismo, sino porque iba a ver un concierto (Hola, Harry Styles) y, aprovechando, cogí vacaciones, a mi marido y mi hijo y decidimos pasar tres días en Barcelona. Menuda idea.
Lo más importante que quiero decir es que Barcelona es una ciudad estupenda, que me parece comodísima y preciosa, y muy recomendable para visitar - aunque algunos turistas no estén de acuerdo - pero nunca más en verano. No vuelvo a pasar por ahí.
Aterrizamos un martes sobre las 21 de la noche y lo primero que recuerdo es la bruma que se veía desde el avión, cubriendo toda la ciudad y de un color que me debería haber hecho sospechar. Lo siguiente, el tortazo de calor al poner un pie en la calle y la sensación de agobio y ahogo mientras esperábamos al Cabify que nos llevaría al hotel. Que, por cierto, tenía aire acondicionado y podíamos elegir la temperatura. Bendita tecnología que nos dio los únicos momentos de respiro - literal - de los días que pasamos en Barcelona.
El resto del tiempo, era un continuó sudar, querer morirte de calor, respirar puro vapor y sentir que, de verdad, te estabas cociendo. Me sentí identificada, por primera vez en mi vida, con lo que deben sentir las gyozas cuando las cocinan. No fue bonito.
Debería haberme puesto sobre aviso el TikTok que había visto días antes de mi viaje de una chica que bromeaba sobre su aspecto físico esos días en Barcelona, con todo el maquillaje corrido por el sudor y la ropa empapada. Creí que exageraba por motivos humorísticos. Ingenua.
El propio Harry Styles se pasó buena parte del concierto bromeando sobre el calor que hacía, preguntando si los demás también estábamos "un poquitito" sudados y lamentando haber elegido esa noche para ponerse unos pantalones de cuero. Me lo imagino, al pobre, viviendo un momento Ross en 'Friends' al intentar quitárselos después del concierto.
En fin. Todo esto para deciros que no hagáis como yo. No leáis esto y creáis que estoy exagerando. Daos por avisados: no vayáis a Barcelona en julio a no ser que sea una cuestión de vida o muerte. Y, aún así, consideradlo bien antes. De nada.
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Fotos | Toa Heftiba en Unsplash, Ansar Naib en Unsplash