España es un país lleno de historias populares, cuentos y leyendas que hacen de su folklore uno de los más ricos de Europa. Una de las más enternecedoras cuenta la historia de Francisco y de cómo entregó su vida al mar, como si de una historia de amor se tratase o estuviésemos viendo una película de Disney.
Hablamos de la leyenda que esconde Liérganes, un pequeño pueblo de Cantabria donde la belleza y la paz se dan la mano rodeadas de naturaleza. Se trata de uno de los pueblos más bonitos de España, situado en la zona de Trasmiera y en el corazón de Cantabria.
Liérganes, un remanso de paz perfecto para una escapada
Situado a los pies de Marimón y Cotillamón, conocidas en el imaginario popular como “las tetas de Liérganes”, este pueblo cántabro merece un paseo por la parte vieja de la villa llamada El Mercadil, donde podremos toparnos con algunas de las casonas más populares, las capillas del Humilladero y el Carmen y el puente nuevo.
El pueblo fue declarado de interés histórico-artístico nacional en 1978 y concentra una valiosa arquitectura clasicista de los siglos XVII y XVIII. La Casa de los Cañones del s. XVIII, es una de las mejores demostraciones de la arquitectura de la época, pero no la única. La Casa y la Cruz de Rubalcaba o el Palacio de la Rañada con su capilla y el patio, son puntos de interés en el núcleo urbano, además de la Torre de Cacho o Giraldilla del s. XIX tiene un peculiar carácter andaluz, y la Casa Setién del s. XVI es una de las más antiguas de Liérganes.
También merece la pena visitar el Palacio de Elsedo o Torrehermosa, que se puede visitar por dentro y fue construido en 1710 a petición de Francisco Antonio de Hermosa Revilla, primer conde de Torrehermosa. Un bellísimo palacio barroco en el que encontraremos un museo de arte contemporáneo.
Las mejores vistas las encontramos en la iglesia de San Pantaleón, un edificio gótico construido entre los siglos XIV y XV que se sitúa en la montaña y ofrece unas maravillosas vistas sobre el valle.
El balneario de Liérganes merece también un paseo por sus jardínes de aire decimonónico. Pero sin duda su punto más interesante lo encontramos a los pies del Puente Mayor o Romano construido en en 1606 por un cantero lierganés para unir Trasmiera con las Asturias de Santillana. Es ahí donde encontramos la estatua del Hombre Pez del siglo XVII, una escultura de bronce a orillas del río Miera. La particular historia de La Sirenita española.
La leyenda del hombre pez de Liérganes
La primera muestra escrita de esta leyenda aparece en el sexto volumen de la obra Teatro crítico universal (1726-1740) de Fray Benito Jerónimo Feijoo. Es ahí donde aparecen documentos que demuestran, al menos en parte, la veracidad de esta historia. Porque las leyendas siempre tienen una pequeña semilla de verdad en ellas.
La historia del hombre pez de Liérganes comienza con un trágico suceso. Francisco de la Vega y María de Casar tenían cuatro hijos. Francisco, el segundo de ellos, desaparecía en la víspera del día de San Juan del año 1674 mientras nadaba con unos amigos en el río Miera.
El joven entró en el agua desnudo y se fue nadando río abajo hasta perderse de vista. Era un excelente nadador, así que sus amigos no se preocuparon, pero las horas pasaban y el joven no aparecía. Pasaron los días, y la familia le dió por muerto. Hasta cinco años después.
En 1679, unos pescadores faenaban en la bahía de Cádiz cuando se les apareció un ser acuático extraño. Parecía humano, pero al acercarse, desapareció. Le vieron durante varios días hasta que le atraparon y al subirle al barco, vieron que se trataba de un hombre joven, corpulento, de tez pálida y cabello rojizo, pero con una cinta de escamas que le cubría de la garganta al estómago, y también toda la parte de la columna. Tenía las uñas gastadas, corroídas por el salitre.
Estremecidos por su aspecto, los pescadores le llevaron al convento de San Francisco. Allí, y pensando que estaba poseído, trataron de exorcizar a este ser pero solo consiguieron una palabra de su boca. Liérganes.
Nadie sabía qué significaba. Pero un mozo cántabro que había emigrado para trabajar en Cádiz dió con la respuesta, Liérganes es un pueblo de Cantabria. Se pusieron en contacto con el pueblo para tratar de averiguar qué estaba pasando y averiguaron que se había registrado la desaparición de Francisco de la Vega cinco años atrás. Juan Rosendo, un fraile del convento, acompañó a al ser acuático hasta Liérganes para saber la verdad.
Cuando ambos llegaron al monte de la Dehesa cerca del pueblo, el joven caminó directo a la antes fuera su casa, sin equivocarse en un paso. María de Casar reconoció a su hijo Francisco, al igual que sus hermanos que se hallaban en la casa.
Francisco volvía a su pueblo, pero lo hacía de una forma extraña. Siempre iba descalzo, no le importaba caminar desnudo entre las calles y solo decía palabras como “vino”, “pan” y “tabaco”. Comía con ansia cuando le ponían el plato delante pero después se pasaba días sin engullir nada. Era capaz de hacer pequeños recados, pero no le interesaba nada de lo que le rodeaba.
Los años pasaban y las escamas desaparecieron, pero en el pueblo le dieron por loco. Nueve años más tarde, volvía a zambullirse en el mismo punto del río Miera donde lo hizo en 1674, pero esta vez para no volver nunca más. Había regresado a su verdadero hogar, las profundidades de las aguas en las que volvió a convertirse en un hombre pez. El hombre pez de Liérganes.
Verdad o no, al sentarnos al lado de la estatua de bronce y observar el río, casi podemos sentir ese mismo amor de Francisco por sus aguas, que le recibieron con los brazos abiertos según cuenta la leyenda.
Fotos | Wikimedia Commons, Turismo de España
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