Llevo varios años ya viviendo en Canarias y no lo cambiaría por nada. Estar afincada aquí me permite conocer rincones escondidos que no salen en las guías de viaje y, por tanto, no están cargadas de sobreturismo que hace que se pierda la cultura y tradición del lugar. Es el caso de este pequeño pueblo pesquero, tan auténtico y bonito que no paro de volver.
En el archipiélago canario hay muchísimos pueblos con encanto preciosos. Pero mi favorito mantiene la autenticidad de Poris de la Candelaria en La Palma, la arquitectura blanca típica canaria de Garachico y una playa tan bonita como la de Famara. Se llama Las Playitas y está escondida al sureste de Fuerteventura.
Las Playitas es un pueblito pesquero de unos 700 habitantes, arrinconado detrás de los imponentes acantilados de Cuchillos de Vigán. Se trata de una localidad pequeña repleta de buganvillas y casitas blancas y azules, que contrastan con el color del mar y con su imponente playa de arena negra volcánica.
Su espectacular ubicación al lado de antiguos volcanes hace que Las Playitas al completo sea un pueblo construido en cuesta. Por eso tiene esa peculiar silueta a lo lejos, que se puede apreciar desde el muellito mientras disfrutamos de un baño, saltando desde el embarcadero y si la marea lo permite.
Su paseo marítimo recorre todo el pueblo, desde el muelle hasta su playa negra, para después continuar hacia el sur entre montañas y acantilados. A pesar de tener esa enorme extensión de arena, bañarse en el embarcadero es muy común y suele estar lleno de pececitos y hasta mantas, por lo que los locales aprovechan para hacer snorkel.
En los últimos años ha ganado popularidad debido al Playitas Resort, un enorme hotel destinado al deporte al que viajan muchos deportistas de élite para preparar competiciones como triatlón. Sin embargo, este alojamiento y el pueblo están separados entre sí, lo que permite a la localidad no estar repleta de turistas.
Merece la pena perderse dando un paseo por el pueblo, aprovechar para comer pescado fresco y autóctono en Casa Víctor y después coger el coche hasta el Faro de la Entallada, un enorme faro en lo alto de un acantilado con una pasarela para asomarse al risco.
Fotos | @pepatatas.
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