Parece que, con el desfile de Alexander McQueen para el Otoño/Invierno 2007/08, ocurrió lo mismo que con el de Viktor&Rolf: demasiado espectáculo en la puesta en escena que desvió la atención de los modelos en sí.
McQueen se inspiró en la famosa caza de brujas perpetrada por los puritanos en Salmen para crear una colección basada en el paganismo, en la brujería y en la persecución religiosa. En el suelo de la pasarela, se dibujó un pentagrama con arena roja y mientras desfilaban las modelos, se proyectaban imágenes de mujeres desnudas, de calaveras, etcétera.
En cuanto a la colección, cabe mencionar la búsqueda de nuevas formas, añadiendo volúmenes a las faldas y los leggins de cuero negro, que recuerdan a los de vinilo de Hussein Chalayan, y a los que vimos en el desfile de Givenchy.
También hay un momento en que recordamos la propuesta de Roberto Cavalli en Milán, que presentaba un look de explorador de los años 40 y vestidos propios de una reina del desierto. En su recorrido por las religiones, McQueen llega al Antiguo Egipto y aparecen diseños en tonos dorados y lapislázuli, que evocan los sarcófagos.
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