Cuando utilizamos un gel de ducha o un champú, esperamos que al emulsionar resulte una espuma abundante y cremosa. Pero no siempre la obtenemos: hay productos que hacen más y otros que hacen menos. Pero en realidad la espuma no tiene ninguna propiedad cosmética.
Esas burbujas de espuma que tanto nos gustan se producen según la cantidad de ingredientes tensoactivos que las mantienen antes de que hagan pop y desaparezcan. Pero no hidratan ni nutren ni nada parecido. Es sólo una propiedad sensorial y a mi me gusta mucho.
Si estás en un baño espumoso, ¿qué ocurre cuando cojes la espuma y te la echas en el escote con gesto caprichoso? Nada. Tarde o temprano acaba desapareciendo. Ya que no lava, no juzgues la eficacia de un producto de higiene por su espuma. Los champús biológicos son un buen ejemplo de ello porque no admiten tensoactivos sintéticos. Pero lavar, lavan.
Foto | Marooned
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