Parecía un sueño pero era real. Llovía, pero como es habitual en París, pero el Grand Palais, al borde de los Campos Eliseos, parecía igual de bello. ¿Allí estaba yo? Pues sí. Por un momento creí estar soñando, pero Géraldine Dormoy y su cámara me demostraron lo contrario: una de las blogueras más famosas de Francia me estaba haciendo una foto a la entrada del desfile de Alta Costura de Chanel (que por cierto le salío fatal y por suerte, no ha publicado).
Una vez dentro todo era más pequeño de lo que me imaginaba pero igualmente impactante. ¿El escenario? Esta vez no era ni una chaqueta gigante, ni una gran escalera de caracol sino enormes botes de perfume.
El mismo perfume que unas amables señoritas te regalaban a la entrada (la próxima vez paso dos veces y prometo sortear uno).
La sala era impresinante y estaba toda rodeada de sofás de lo más apetecible, nada de incómodas gradas ni cojines de quita y pon; nada de primera y segunda clase, aunque había gente que solo tenía invitación para estar de pie. ..
Servidora estaba en la misma zona que una sonrientísima Carine Roitfeld y un sector periodístico español a la que se sumaba alguna que otra invitada estrella tipo Nati Abascal o Carmen Lomana.
Estaban las vacas sagradas de la industria: Suzy Menkes, Franca Sozzani y Anna Piaggi.
Y algunos pesos pesados de la fotografía como Mario Testino y Patrick Demarchelier.
Aunque faltaba Anna Wintour...
El capítulo de celebrities, bastante deslucido, solamente Anna Mouglalis y una preciosa Isabel Lucas. Pero destacaban casi más las espontáneas que uniformadas de pies a cabeza del anfitrión, suplían la falta de famosas engalanadas previo pago de la marca.
Eso sí, parece que mis mujeres con estilo se pusieron de acuerdo para demostrarme que se han ganado a pulso su mención y no faltaron al evento ni Eugenie Niarchos (con una inseparable tiara), una extremadamente delgada pero estilosísima Lauren Santo Domingo, una racial y exquisita Giovanna Battaglia, y una irreconocible Poppy Delevigne (irreconocible porque me ha costado toda la noche acordarme de su nombre).
Una parade más grata imposible.
No os podéis imaginar como es la experiencia, yo casi tampoco, por eso, tendréis que esperar al próximo post hasta que asimile lo que es... (una manera de decir que la batería de mi ordenador se acaba y que sigue lloviendo en París).
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