La carrera de ser madre (en GIFs)

El Día de la Marmota puede ser el 2 de febrero, pero para una madre lo es todo el año. Cada día es lo mismo: una carrera eterna para llegar a todo y que nos conduce siempre al mismo punto de partida. Como aquel tipo llamado Sísifo que empujaba un pedrusco hasta la cima de la montaña sólo para verlo caer rodando cuesta abajo y tener que empujarlo nuevamente para toda la eternidad. Igual, pero doblando calcetines y limpiando restos de puré.

1.- Cada mañana te levantas con la actitud de “Hoy puede ser un gran día”.

Sí, hoy es el comienzo de una nueva etapa en tu vida. Hoy vas a mantener la calma y a controlar tus nervios. Sin agobiarte si no llegas a todo o si las cosas no salen a la perfección. Inspira. Expira. Modo Zen ON.

2.- Hasta que descubres que tus hijos también piensan que “Hoy puede ser un gran día”.

Sólo que su concepto de “gran día” es diferente al tuyo: consiste básicamente en untar un bote de Nocilla por la encimera de la cocina o en hacer experimentos científicos para comprobar qué pasa cuando mete todos sus cochecitos en el inodoro y tira de la cadena.

3.- Ir de casa al colegio está sólo recomendado para gente con habilidades extraordinarias.

Las mochilas, las llaves, los niños descontrolados, el donut, tu cabeza... Tienes que controlar tantas cosas en un trayecto, a veces de tan sólo cien metros de tu casa, que darías cualquier cosa por tener súper poderes, o seis brazos, o un bozal.

4.- Ahora que eres libre, ya puedes comenzar tu jornada laboral.

Con poquito eres feliz. Quizá ahora tengas que embarcarte en un agotador viaje rumbo a la otra punta de la ciudad, pero tendrás unos minutos para estar contigo misma y serenidad hasta para que tus neuronas conecten y puedas tener algún que otro pensamiento. Pura delicia.

5.- Tus compañeros no entienden por qué te encanta estar en el trabajo.

Ellos (los que no tienen prole, claro) no entienden esa excitante sensación de poder concentrarte en una sola cosa a la vez. ¡Y de terminarla sin interrupciones! ¡Sin que nadie te diga que tiene que ir al baño, otra vez!

6.- Tu tarde es un caos de extra escolares, deberes, compras y recados múltiples.

Eres administrativa, cocinera, recadera, profesora, enfermera y no sé cuántas cosas más. Lo raro es que no hayas desarrollado ya un trastorno de personalidad múltiple, aunque trastornada sí que estás...

7.- De vuelta a casa, da igual lo eficaz que seas. No avanzas nada.

Jurarías que ayer pusiste una lavadora, pero ya tienes que poner otra. Y por esa habitación que acabas de ordenar acaba de pasar Atila y sus colegas, los hunos. O una manada de animales salvajes. Y no hay leche. Pero acabas de comprar... ¿Por qué el suelo está pringoso, otra vez? En este caso la única solución es que tus expectativas sean muy bajas. O mejor: no tener ninguna.

8.- Sobrevivir hasta que llegue la cena se convierte en tu máxima única prioridad.

Lo peor de todo es que cuanto más cansada estás tú, más subidón tienen ellos. Es como si se hubieran tomado una ración de azúcar a tus espaldas y por su cuerpo corrieran hormigas.

9.- Cuando por fin llega tu momento, sólo piensas en desmayarte en cualquier esquina.

Ánimo. Mañana será otro día. Y la cosa puede mejorar, aunque, seamos sinceras, lo más probable es que no.

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