Fatiga por compasión: cuando cuidar de los demás puede acabar con tu salud física y emocional

En Upeka by Aegon hablamos de una de las pandemias silenciosas que más afecta a los cuidadores

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Cuando somos pequeños, la mayoría de las profesiones con las que soñamos ser de mayores tiene que ver con el cuidado de los demás: médico, maestro, policía y más. Esto es porque nos sentimos bien ayudando a la gente pero no siempre es así y en muchos casos resulta tan agotador que nos puede afectar de una forma nunca antes vista.

En Upeka by Aegon han lanzado en su último programa todas las preguntas relacionadas con la Salud Mental en la Navidad y es que es uno de los aspectos que más sufren pero que menos en cuenta tenemos. Como cada semana, Raquel Mascaraque nos cuenta algunos términos psicológicos que no son de lo más útil y si no conocías la famosa fatiga por compasión, te la mostramos a continuación. Viene a decir la forma de estrés secundaria de la relación de ayuda terapéutica que se presenta cuando se desborda la capacidad emocional del profesional sanitario o normativo para hacer frente al compromiso empático con el sufrimiento del paciente. Esta definición se acuñó en 1995 por Charles Figley cuando observó que las personas que trabajan por pacientes traumáticos, terminan con el tiempo sufriendo los efectos de estos problemas.

A veces las personas trabajadoras en hospitales, los voluntarios o incluso las personas que cuidan a ancianos sienten que por mucho que intentan auxiliar, esa persona no mejora y eso termina provocando fatiga. Esto sucede al estar expuesto constantemente a acontecimientos negativos o dolorosos a los que no podemos ponerle solución o cuesta demasiado. Algunos de los síntomas que se pueden presentar son agotamiento, desconexión emocional y mucha impotencia de estar haciendo el máximo esfuerzo para nada. Es imprescindible definir fronteras entre nosotros y los individuos a los que asistimos para evitar asumir su sufrimiento y sus vivencias como si fueran nuestras. Esto puede resultar complicado de realizar, en particular cuando se comparte mucho tiempo juntos o cuando ya se ha establecido una relación intensa, como la que se mantiene entre los integrantes de una familia.

Cuando nos planteamos cuidar a los demás, debemos tener en primer lugar el propio autocuidado y podemos implementarlo con pequeñas pausas, apoyo emocional externo y momentos de desconexión que harán que nuestro cerebro pueda descansar. Al cuidarnos a nosotras mismas, estamos preservando la capacidad de estar ahí para los demás de una forma más saludable y sostenible en el tiempo.

En resumen, es algo tan simple y tan complicado simultáneamente, como la posibilidad de disfrutar de un balance equilibrado entre la vida personal y la laboral. Y tú, ¿Has vivido algo similar?

Imágenes | @upeka_oficial y Foto de Andrea Piacquadio

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