Adam Galinsky es psicólogo social y vicedecano de Diversidad, Equidad e Inclusión en la Escuela de Negocios de Columbia donde imparte clases de Liderazgo y Ética. Su investigación se centra en el liderazgo, la toma de decisiones o el éxito, y acaba de publicar un libro sobre el daño que hace en ocasiones la comunicación sin que nos demos cuenta. En ‘Inspire: The Universal Path for Leading Yourself and Others’ explica cómo algunos comentarios aparentemente inofensivos pueden tener un efecto dañino en otros, y en el caso de padres e hijos, el efecto puede ser mucho más importante porque el niño está en pleno desarrollo.
Una de esas frases, como el propio Galinsky aseguraba en una entrevista a CNBC Make It, se usa frecuentemente con los niños sin darnos cuenta del impacto que tiene en su confianza. Como bien apunta el experto, “tratamos de usarla de manera motivadora pero no nos damos cuenta de lo dañina que es para los niños”. Los padres suelen decirla cuando quieren corregir una conducta y es “estoy decepcionado contigo”.
El efecto que tiene "me has decepcionado" en la inteligencia emocional de tus hijos
Tal y como explicaba el doctor en psicología Jeffrey Bernstein en Psychology Today, aunque los padres pueden sentirse decepcionados pero la forma en que eligen expresarlo puede desconectarlos o conectarlos con sus hijos. Galinsky añade que esa sencilla frase de tres palabras puede provocar un sentimiento de vergüenza en los niños y según sus propias palabras, “la vergüenza no es una emoción productiva porque conduce a la evasión”, y no estimula ni el pensamiento ni la resolución de problemas. Es “debilitante y desestabilizadora” según Galinsky.
“Expresar desilusión por un hijo puede causar heridas emocionales profundas y dañar la relación entre padres e hijos. Es fundamental reconocer que todos enfrentamos contratiempos y dificultades en algún momento”, explicaba Bernstein que añadía que “en lugar de enfatizar la decepción, los padres pueden transmitir su preocupación y apoyo porque los hijos necesitan empatía y una comunicación eficaz que fomente la confianza, especialmente cuando atraviesan un momento complicado o cuando se equivocan. Bernstein apuesta por usar frases como “Me siento un poco triste por esto, pero creo que hablar de ello con calma puede ayudarnos” o decirles “Todos cometemos errores. Ayúdame a entender cómo te pasó esto”, en lugar de usar el devastador “me has decepcionado”.
![Esta Frase Podria Ser La Culpable De Que Tus Hijos No Tengan Exito 1](https://i.blogs.es/97c499/esta-frase-podria-ser-la-culpable-de-que-tus-hijos-no-tengan-exito-1/450_1000.jpeg)
Para Galinsky, la culpa es un mayor motivador que la vergüenza porque “conduce a la reparación”. Si lo que quieres es que tus hijos aprendan de sus errores, no uses ese manido “estoy decepcionado contigo”. Es mejor decirles lo que han hecho mal y preguntarles, como sugiere Galinsky, cómo pueden hacerlo mejor en el futuro. “Esto enseña a los niños que pueden afrontar desafíos, incluso si no lo hacen bien la primera o la segunda vez”, explica, y de esa manera trabajamos su resiliencia, fundamental para su éxito en el futuro.
Además, evitando esa frase estamos normalizando el hecho de que somos seres humanos y cometemos errores, y evitando que el niño crezca creyendo que tiene que ser perfecto. Los errores son la mejor herramienta de cambio y son inevitables en muchos casos. Si el niño comete un error, es mucho mejor explicarle que se ha equivocado que dañar su autoestima diciéndole que nos ha decepcionado.
La terapeuta infantil Kelsey Mora asegura que los niños con más inteligencia emocional asumen sus errores y que eso es “un indicador de que el niño es autorreflexivo y no tiene vergüenza” y sabe que “los errores son parte del crecimiento, del aprendizaje y del desarrollo a través de los desafíos”. La psicóloga Iria Reguera nos explicaba que “las personas resilientes no solo superaran los problemas sino que tienen la capacidad de convertir estas experiencias en algo de lo que aprender y conseguir que los fortalezca y los mejore”, y es justo ahí donde radica la clave del éxito a la hora de no solo levantarnos ante una adversidad sino aprender de ella.
Si queremos desarrollar la resiliencia de los niños para asegurarnos de que estén lo más preparados para afrontar el futuro, olvídate de usar la frase “me has decepcionado” con ellos.
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