Emprendedor e innovador nato, Roy Raymond es la cara oculta de Victoria’s Secret, una de las firmas de lencería más famosas y rentables de todo el planeta. Su historia estuvo marcada por la desdicha y la mala fortuna, la firma que fundó en 1977 acabó sumiéndole en la depresión más absoluta, era rentable, muy rentable, pero Roy había decidido venderla años atrás. El puente del Golden Gate de San Francisco fue su punto y final.
Hoy en día nadie puede negar haber oído hablar alguna vez de Victoria’s Secret, su lencería sexy, el famoso desfile anual o las modelos de larguísimas piernas son algunos de sus reclamos, a medida que las rayas rosas de sus bolsas se agolpan por las arterias principales de las capitales más importantes. Roy Raymond creó un imperio de la nada, pero no recibió sus frutos.
Su historia comenzó con el vano intento de comprar lencería fina a su mujer. Hace casi 50 años este hecho era una carrera de obstáculos, la ropa interior era puesta a disposición de los clientes en grandes almacenes, sin exclusividad ni elegancia ninguna y bajo las miradas inquisitivas de los dependientes. “Algunos le hacían sentir como un pervertido”, ha llegado a admitir la que fuera su mujer por aquel entonces.
Raymond no tardó en darse cuenta que existía un nicho de mercado desatendido, el de la boutique de lencería, alejada del agobio de los grandes almacenes y donde la compra de ropa interior fina y sexy no fuera visto bajo una óptica errónea.
Su idea de tienda estaba plenamente dirigida hacia el sector masculino en busca de lencería para sus mujeres, y tras una inversión de 80000 dólares que sufragó entre un crédito y la ayuda de familiares, Roy Raymond abrió la primera tienda de Victoria’s Secret en Palo Alto, California.
El negocio triunfó, en cinco años Victoria’s Secret ya contaba con tres establecimientos más, Raymond había dado en el clavo. Sin embargo, fue en 1982 cuando la decisión de vender la idea de negocio a Leslie Wexler – propietario de The Limited –, firmó su sentencia. Roy no quería echar raíces en este negocio y buscaba invertir en otros modelos novedosos, pero la realidad fue muy diferente.
Leslie Wexler cambió el enfoque de Victoria’s Secret, se inspiró en las boutiques europeas y decidió enfocarla hacia ellas, las mujeres, que atraídas por la sensación de exclusividad y glamour se transformarían en las clientas más fieles de la firma. Y lo logró. En apenas unos años el número de tiendas de la firma rondaba las 600 y sus ingresos anuales los 1000 millones de dólares. Mientras tanto Roy Raymond invirtió en varios negocios que no cuajaron y terminaron por fracasar, dejándole en la bancarrota a los pocos años de vender su firma de lencería.
“Pidió mucho dinero a su madre. Intentó más negocios, pero fueron mal. Y solo vio una salida”
“Pidió mucho dinero a su madre. Intentó más negocios, pero fueron mal. Y solo vio una salida”, ha comentado su ex pareja. Fue en 1993, a la edad de 46 años, cuando ahogado por las deudas y extenuado por su mala fortuna en la venta de Victoria’s Secret, su fundador Roy Raymond, se lanzó a las aguas del puente más famoso de Norteamérica.
Fotos | Cordon Press
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