Las novias modernas ya no quieren vestir de color blanco o marfil. Cada vez son más las mujeres que no quieren un vestido de novia convencional pero, ¿hasta qué punto?. Algunas sólo quieren vestir un color diferente: rosa, oro o plata, incluso azul cobalto.
Por contra, otras sí quieren lucir el color tradicional pero ni hablar de un corte clásico: los vestidos de diseño moderno tienen muchas adeptas. El caso es que una novia rompió todos los esquemas habidos y por haber y decidió vestir el día de su boda su color fetiche: el negro.
Mantuvo el secreto incluso a su madre. Se fue a comprar sola metros y metros de tul y raso color negro que llevó ella misma a la modista elegida para que le confeccionase su vestido de novia soñado. Ella se sentía bien con ese color y quería sentirse perfecta el día de su boda. Toda novia tiene ese derecho.
Cuerpo de raso con escote halter, falda larga de capas de tul formando el vestido de novia fabuloso que todas tenemos en mente. Salvo por el color: negro. La nota de color fue una rosa roja natural que prendió con un alfiler en la cintura, a un lado. La rosa mensajera del amor y de la pasión.
Podéis imaginar la pasmosidad que generó la entrada de la novia en la iglesia. Invitados e invitadas con la boca abierta y la madre, que no sabía nada, con un disgusto reprimido que no he sabido si logró superar. Como suele ocurrir en estos casos, las opiniones se dividieron de inmediato: la mitad aplaudieron, la otra mitad se horrorizó.
Yo no la ví pero me dijeron que estaba impresionantemente elegante. Lo que puedo decir es que fue muy valiente, no sé si yo sería capaz. Porque si llega a flaquear ni que fuera mínimamente su entusiasmo por el vestido, hubiera pasado su gran día lamentándose y cada vez que viera su album de boda.
Cuanto más lo pienso me digo a mí misma: ¿porqué no?. El vestido debía ser espectacular: de fiesta, hecho a medida por una profesional con telas escogidas y de calidad. La novia debía tener un aura a su alrededor resplandeciente y única.
En realidad, ese vestido rompedor no es nada si no lo lleva alguien con mucho savoir-faire. Si la idea fuera de lo común te gusta, debes llevarlo con naturalidad, con determinación pero sin estar reafirmándote contínuamente por haber elegido ese color nada ortodoxo.
Tendrás que saber encajar las críticas negativas durante la ceremonia y después de ella. Lo mejor para la novia es no preguntar a los invitados si el vestido les gusta porque, como la respuesta sea negativa, estarán todos en un buen apuro. Y lo mejor que puede hacer el invitado o invitada que se ha horrorizado es no comentar nada de nada: si no vas a decir algo agradable, mejor no lo digas.
Y a la madre debes contarle tu gran decisión para que se haga a la idea, le guste o no. Porque es una faena en mayúsculas darle ese susto delante de familiares y amigos que, tan sorprendidos como ella, hacen lo posible por poner cara de póker hasta conseguir esbozar una sonrisa de ¡viva la novia!.
Foto | semprealsnuvols, Bruno.C. En Embelezzia | La magia del escote femenino. Formas y denominaciones, Lorenzo Caprile, historia de un vestido de novia de lujo