No recuerdo cuándo comencé a seguir a la influencer y empresaria Sandra Rodrigues Pinto en Instagram. Creo que fue antes de su mudanza a Sevilla, de donde es su ya marido, Miguel Viana. Por supuesto, cuando se trasladó a mi ciudad me hizo ilusión, ya que me apetecía mucho ver el contenido que iba a crear en una ciudad con una estética tan diferente y marcada en comparación con aquella de donde venía ella: estaba viviendo en Suiza, lugar donde nació a pesar de que sus padres son portugueses, algo que ha influido mucho en su sentido de la estética.
Sí que recuerdo a la perfección cuando anunció a través de su cuenta en Instagram que se habían comprometido y desde entonces estuve pensando en cómo sería su boda cuando finalmente llegase, ¡y vaya que si ha cumplido las expectativas de lo que tenía en mente! ¿Lo mejor? Que es exactamente lo que esperaba yendo un paso más allá, es decir, su boda se identifica con aquello que conocemos de la pareja a través de sus perfiles públicos.
Hace mucho, muchísimo, te contábamos por aquí que las relaciones a distancia son posibles, pueden funcionar y el ya matrimonio de Sandra y Miguel es una prueba de ello. La pareja ha estado cinco años viviendo al estilo Tú a Londres y yo a California, es decir, con muchos kilómetros de por medio y a pesar de todo el amor ha triunfado.
Por supuesto, algo que ha marcado tanto su relación de pareja tenía que estar presente de una forma u otra el día de la boda, como la propia empresaria comentaba con Vogue. Por ello, fue la temática de toda la celebración bajo la romántica frase "from long distance to no distance".
De acuerdo a lo que hemos visto en la cuenta de Instagram de la fundadora de Lamarel, la marca de moda de Sandra especializada en diseñar y fabricar prendas básicas de alta calidad perfectas para crear un fondo de armario cápsula que resista al paso del tiempo, este mantra estuvo además presente en la papelería de que los invitados encontraron al llegar a su mesa.
La impresionante boda se celebró en la maravillosa ciudad Portuguesa de Sintra, en concreto en la finca Camelia Gardens, que acogió la ceremonia además del banquete y la fiesta y a los 100 invitados que los acompañaron.
La parte más estética dele evento siguió una de las tendencias en decoración de bodas más importantes de la temporada 2023-2024: la pareja apostó por un más es más con un toque vintage rebajado con un punto minimalista. Sí, sé que resulta incongruente en apariencia, pero si ves las fotos tiene mucho sentido: líneas sencillas mezcladas con una paleta de color interesante que va más allá de los neutros y un ambiente acogedor y cálido, casi analógico, lo que se tradujo en el uso de candelabros de plata, una colorida vajilla de cerámica portuguesa y centros de mesa con una exuberancia muy cuidada.
En cuanto a la novia, como no podía ser de otra forma, se marcó tres "lookazos" y aunque no sabría decir cuál me gusta más, el de su preboda ocupa un lugar muy especial, ya que mi madre también se casó con un dos piezas de chaqueta y falda además de con pamela. Una fantasía entonces y ahora.
Esta primera propuesta que lució la creadora de contenido la firmó su propia marca, Lamarel, cuya diseñadora gráfica también se encargó de crear junto a la pareja la estética de la papelería de la boda.
Para el vestido de la boda, Sandra Rodrigues Pinto confió en la creadora española Alejandra Oria Studio que define su trabajo como "Alta costura para novias contemporáneas". Sus diseños son de lo más especiales por la unicidad de cada uno de ellos, así como por el empleo de tejidos ricos y técnicas artesanales que desembocan en un resultado atrevido sin dejar atrás la vista en lo clásico e incluso con un toque vintage a veces.
Al igual que Elena Bartán, la estilista gallega con tres vestidos de novia para soñar sobre la que escribimos hace unos días, Entre Dois, el nick de Instagram de la novia, lució zapatos de diseñador para darse el "sí, quiero". Su elección fue un par verde con aplique joya de Roger Vivier, uno de sus modelos más icónicos.
Por último, para disfrutar al máximo de la fiesta, Sandra Rodrigues optó por cambiarse de look, apostando de nuevo por un diseño de su propia firma con escote palabra de honor y silueta amplia al que añadieron bolsillos, algo fundamental para ella de acuerdo a sus palabras para Vogue. Además, recogió su melena en un clásico moño de bailarina y se calzó otros zapatos de Roger Vivier.
Todas las fotos de la boda son de Nous Nous.
Fotos | @entre_dois
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