Ser madre y conservar tu alma fashionista es muy complicado. Antes de ser madre, mis amigas decían que la moda dejaría de ser una prioridad cuando fuese madre, y yo las miraba en plan "¿Perdona? no sabes lo que dices". El problema no es que no tengas tiempo para arreglarte o que estés tan centrada en tus hijos que no te preocupen tanto los trapitos, sino que ser madre te ocasiones cientos de problemas fashion como éstos:
- La incompatibilidad entre las medias y los zapatos de velcro. Si ya antes de ser madre me duraban poco las medias, ahora con las zapatillas y los abrigos con cierre de velcro de mis hijos las medias tardan apenas unos minutos en tener un enganchón por culpa del velcro. Además que tus rodillas son la mejor carretera para los coches de los niños. Todavía no han inventado las medias indestructibles.
- Cuánto más caro sea tu jersey más posibilidades tienes de que tu bebé te vomite encima. Llevas a tu adorable bebé en brazos pero elegiste un mal día para ponerte tu jersey de cachemire en tonos pastel, porque al pobre algo le ha sentado mal y te vomita por toda la espalda. Adiós jersey.
- Correr tras los niños es imposible con tacones. Y con los niños te toca moverte mucho: agacharte para enseñarles a andar, correr detrás de ellos cuando se escapan a la carretera, ayudarles a subir y bajar del tobogán y del columpio. Todo ello es totalmente incompatible con unos tacones demasiado altos.
- Da igual la marca de tu bolso, para los niños sigue siendo el cofre del tesoro. El bolso de tu madre sirve para colgarte de él (no sé cuantas veces he tenido que ir a arreglar las asas del bolso), y sobre todo para guardar todo tipo de cosas: toallitas, juguetes, restos de comida, caramelos, pinturas, pañuelos llenos de mocos, etc. Adiós al bolso mini y bienvenido sea el bolso todoterreno en el que cabe de todo.
- Los carritos de bebé no caben en los probadores. Este problema ya lo comenté cuando hablé de los probadores, así que la manera de comprar cuando tienes un bebé es coger lo primero que pillas y llevártelo sin probar, ya lo cambiarás si hace falta otro día.
- Si crees que vestir estando embarazada es complicado, espera a dar a luz. Después del parto, la ropa de antes del embarazo no te entra, y con la del embarazo pareces Montserrat Caballé. Si además estás con la lactancia, la mayoría de tops y vestidos no te sirven para dar el pecho. Resultado: en este caso lo de no tengo nada que ponerme es totalmente verídico.
- La mayoría de las manchas de tu ropa son de origen desconocido y puede que hasta alienígena. Tus mejores vaqueros aparecerán con manchas de piruleta, con la huella del barro de los zapatos de tu hijo y con otras muchas manchas de las que es mejor no conocer su origen.
- Siempre habrá algún niño colgado de tus collares. Son brillantes, coloridos y cuelgan de tu cuello, justo en su campo de visión más cercano. Los collares ejercen una atracción irrefrenable para tu bebé, tu hijo mayor y todas las niñas del parque.
- Jugar en el parque con faldas y vestidos demasiado cortos es una mala idea. Jugar con los niños en el parque es muy divertido si conservas tu alma gamberra e infantil, pero si llevas algo demasiado corto y no paras de saltar, subir los brazos y agacharte, el resultado puede ser catastrófico.
- Las lentejuelas y la pedrería las carga el diablo. Brillan demasiado y son demasiada tentación para los bebés. Las cogen, las arrancan, y lo peor, se las pueden tragar.
- La ropa de salir por la noche es desplazada por la ropa para ir al parque. Verás como tus vestidos ajustados y tus tops brillantes se mueren de risa en tu armario y son sustituidos por vaqueros y ropa cómoda. Menos mal que la ropa deportiva y las sneakers están de moda.
- El encaje se engancha con todo. Tengo un bonito vestido de guipur que se ha enganchado con todo tipo de juguetes, con el carrito del bebé, y que ha recibido todo tipo de tirones. Ahora parece que está en ruinas.
- Vestirte a oscuras porque tu niño duerme tiene sus riesgos. Mis hijos han dormido en una cuna junto a mi cama los primeros meses de vida por eso de facilitar el sueño, la lactancia, el colecho y sobre todo, porque así dormíamos todos mejor. El problema llega cuando te vistes a oscuras y te pones unas medias azul marino con un vestido negro, cosa que te das cuenta cuando ya estás en el metro.
En fin, que no es fácil lucir a la última con niños en casa. Pero el día que te arreglas un poco más, te pones tacones y te pintas los labios de rojo y te sueltan "Ala, qué bonita mamá" les perdonas todo y te alegran tanto el día como antes lo hacía el primer día de rebajas.
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