La popularización de internet cambió el mundo, es una obviedad que lo digamos a estas alturas. Y también cambió, para siempre, las conversaciones con amigos. Mucho más desde que apareció internet móvil y tenemos cualquier respuesta al alcance de la mano. Para bien o para mal.
Hasta hace pocos años, de cañas con amigos, podíamos pasarnos un par de horas enzarzados en la duda de si es más grande la provincia de Cáceres o la de Badajoz. Hoy, alguien se sacaría el iPhone del bolsillo y nos aclararía que Badajoz tiene 21.766 km², lo que la convierte en la provincia más extensa de España, mientras que Cáceres solo tiene 19.868 km² y se sitúa en segundo lugar. Fin de la discusión. Mejor pedir otra cerveza.
Así que, dado que las conversaciones sobre datos objetivos las tenemos resueltas a golpe de Wikipedia, os proponemos un reto: retomar los grandes debates de los 90. Sin móviles, sin que ningún influencer nos haya dado su opinión, sin que ningún tuitero inicie la diatriba. ¿Y de qué hablábamos en los bares, los descansos de la facultad o los paseos por la playa hace veinte o veinticinco años? Estos son algunos ejemplos:
¿Te acostarías con Robert Redford por un millón de dólares?
En 1993, hace exactamente veinticinco años, se estrenó la película Una proposición indecente. Se trataba de un drama romántico algo simplón, pero que dejó en el aire un debate que duró meses. La trama nos presentaba a un matrimonio joven (interpretado por Demi Moore y Woody Harrelson) que pasa por dificultades económicas y que se va a Las Vegas a jugarse sus últimos ahorros. Allí conocen a un multimillonario al que da vida Robert Redford... y surge la incógnita.
El multimillonario en cuestión les ofrece un millón de dólares a cambio de pasar una noche con ella. Y el debate está servido: ¿te acostarías con Robert Redford a cambio de un millón de dólares? O mejor, traducido al mundo millennial: ¿te acostarías con Ryan Reynolds a cambio de cinco millones de dólares? ¿Incluso estando casada? ¿Preferirías el beneplácito o la oposición de tu marido? No podemos negar que el debate da para mucho.
¿Con quién te identificas más de los personajes de Friends?
¿Hay algo más noventero que hablar de Friends? Si hay un icono de esa generación que siempre identificaremos de un solo vistazo, es esa serie que nos presentó a seis amigos, entre los veinte y los treinta, viviendo en Nueva York. Una serie que a nadie le es ajena, sea de la generación que sea, gracias a Netflix y reposiciones varias.
Pero había un tema en los noventa que todo fan de Friends comentaba: ¿con qué personaje te identificas más? ¿Con Monica y su obsesión por la limpieza y el orden? ¿Con Chandler y su uso del humor para evitar situaciones incómodas? ¿Con Phoebe y sus locuras? ¿Con Joey y su promiscuidad? ¿Con Rachel y su sueño de triunfar en el mundo de la moda? ¿O con Ross y su tendencia al matrimonio fracasado?
¿Cuál es tu top five de películas favoritas?
Si hiciéramos esta pregunta a un grupo de amigos hace veinte o veinticinco años, seguro que entre las respuestas habría algún Dirty Dancing, Footloose, La guerra de las galaxias, E.T., Flashdance, Pretty Woman o Grease. Y aunque algunas de ellas sigan vigentes como favoritas y casi pelis de culto para muchos, quizá lo que ha cambiado es el debate.
Porque ¿seríamos capaces hoy en día, en estos tiempos de Netflix, HBO, Amazon Prime, Fiesta del Cine, etc. de limitar nuestra selección solo a cinco? Es más, ¿de verdad seguiríamos hablando de nuestras películas favoritas o se nos iría el tema a las series?
¿Puede un enfermo de SIDA ser deportista profesional?
El 7 de noviembre de 1991, Magic Johnson, el que por entonces era probablemente el mejor jugador de baloncesto del mundo y estrella de Los Angeles Lakers de la NBA, anunció al mundo que era portador del VIH. Fue la noticia deportiva de la década. Y el inicio de un debate que puso de relieve que aún le quedaba a la sociedad mucho por aprender sobre el virus del SIDA.
Magic se retiró del baloncesto poco después, no sin antes haber vivido la controversia de que algunos compañeros de profesión se negaran a compartir cancha con él por el riesgo a contagiarse de «un virus mortal». Y el debate saltó a la calle: ¿puede un deportista continuar con su profesión a pesar de tener SIDA? La duda que surge, veintisiete años después, es... ¿tendríamos este debate hoy en día?
¿Es infidelidad el sexo oral?
En 1998 (casi) no se habló de otra cosa. Los medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco del impeachment por el cual el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, estuvo a punto de perder su cargo, debido a las relaciones que había mantenido entre 1995 y 1997 con la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky.
El juicio contra Clinton fue por perjurio, ya que él había declarado con anterioridad que no había mantenido relaciones sexuales con Lewinsky. Solo había recibido sexo oral por parte de ella. Hubo debates de todo tipo (político, social y familiar) sobre el Monicagate, pero una pregunta flotó en el aire durante meses: ¿es sexo el sexo oral? ¿Es infidelidad recibirlo estando casado?
¿Puede haber violación dentro del matrimonio?
El 23 de junio de 1993, Lorena Bobbit le cercenó el pene a su marido, John, con un cuchillo de cocina, después de que él, en estado de embriaguez, abusara presuntamente de ella (aunque posteriormente fue declarado inocente del cargo de violación). Fue la respuesta de ella, según sus propias palabras, a años de violencia física y abusos sexuales dentro del matrimonio.
El tema fue motivo de chascarrillo a comienzos de los noventa. Si hubiera sido hoy en día, habríamos tenido memes hasta hartarnos. Pero también sacó a la palestra una pregunta que quizá hoy en día ya no nos hacemos (por suerte): ¿existe la violación dentro del matrimonio? Muchos no comprendieron la acusación de Lorena de violación porque John era su marido y ese debate presidió tertulias durante muchos meses.
¿Somos todos bisexuales?
Muchos de los debates que surgían en los noventa venían precedidos de un gran estreno cinematográfico. Eran los tiempos en que las películas se estrenaban en Estados Unidos meses antes que en España y el debate era, en ocasiones, parte polémica y parte promoción. Es lo que ocurrió con Instinto básico (1992), una película en la que la protagonista, una afamada escritora sospechosa de asesinato, mantenía relaciones sexuales con el detective al cargo del caso, mientras tenía una pareja que era mujer.
La controversia alcanzó a todos los grupos sociales. Los colectivos LGTB+ protestaron por la imagen que de ellos daba la cinta. Los espectadores más puritanos se manifestaban ante los cines para censurar la emisión. Y en la calle se hablaba, quizá por primera vez, de bisexualidad. ¿Existe o no? ¿Puede alguien enamorarse y sentirse atraído por igual por un hombre o por una mujer... o eso es solo vicio? ¿O quizá es que todos somos bisexuales? Y la gran duda: ¿nos lo seguiríamos preguntando hoy en día?
¿Cabía Leonardo DiCaprio en aquella tabla?
No todos los debates tenían por qué ser tan serios. O sí, porque este habla de la supervivencia de uno de los héroes cinematográficos de la época, Jack Dawson, el personaje interpretado por Leonardo DiCaprio en la película Titanic, de 1997.
Para quien no la haya visto, si es que hay alguien que no lo haya hecho, al final de la cinta el barco se hunde (esto no es un spoiler, ¿verdad?) y Rose, su enamorada, se salva subiéndose a una tabla de madera que flota en las frías aguas del Atlántico Norte. Y todos nos hicimos una pregunta en aquel momento: ¿acaso no cabía también Jack en la tabla? Veintiún años después, continúa habiendo debate (e incluso pruebas empíricas).
¿Fue un accidente la muerte de Diana de Gales?
El 31 de agosto de 1997 el mundo se despertaba con un sobresalto: la princesa Diana de Gales había muerto en un accidente de tráfico en el túnel del Alma, en París, junto a su novio Dodi Al-Fayed. Solo sobrevivió al accidente uno de los ocupantes del vehículo y la noticia saltó a todas las portadas de los medios. Había muerto la princesa del pueblo y acababa de nacer el mito.
Pronto una idea cundió en las mentes de los más malpensados: qué apropiada era aquella muerte para la monarquía británica, de la que Diana había demostrado ser un verso libre, con su divorcio, sus declaraciones en televisión, sus relaciones con otros hombres y su popularidad, que superaba con creces la de su exmarido, el heredero de la Corona. Mohamed Al-Fayed, padre de Dodi y propietario de los míticos almacenes Harrods dio voz a la teoría de la conspiración y aún hoy muchos se preguntan: ¿tuvo algo que ver la Casa Real británica en la muerte de Diana o fue realmente un accidente?
¿El teléfono móvil nos dará o nos quitará libertad?
A finales de los años noventa, el teléfono móvil dejó de ser un objeto de lujo y se convirtió en algo asequible para casi cualquier bolsillo. Atrás fue quedando la imagen de aquellos móviles enormes asociada a hombres de negocios y pijos varios, e incluso quienes eran más reacios al principio se acabaron rindiendo a la necesidad de hacerse con uno. Pero había un tema que se hablaba mucho en las conversaciones entre amigos: ¿el móvil nos quitará libertad?
A favor de este argumento, estaban quienes decían que nos convertía en personas fácilmente localizables; en contra, quienes sostenían que, a diferencia del fijo, el móvil no daba información de dónde nos encontrábamos y, además, se podía apagar. Han pasado veinte años y mil innovaciones tecnológicas y todavía no lo tenemos del todo claro... ¿Nos ha quitado la tecnología móvil libertad?
¿Estaban Rachel y Ross tomándose un descanso?
Sí, retomamos Friends porque de ahí llegó la gran pregunta de los noventa. La pregunta por excelencia. La que aún hoy en día divide a quienes vieron la serie hace veinte años, a quienes no han dejado de verla en las sucesivas reposiciones y a quienes la han descubierto en plena era millennial.
Una pareja discute. Uno de los dos propone «tomarse un descanso». No pactan más condiciones que esa. El otro miembro de la pareja sale esa noche y se acuesta con una tercera persona. El asunto dio para debate y más debate a lo largo de las siete temporadas que aún quedaban de la serie... y también para que todos los fans se posicionaran claramente en un #TeamRoss o un #TeamRachel. ¿No os preguntáis de cuál formarían parte vuestros amigos?
Este es el reto que os proponemos, millennials: sacad estos temas una tarde con amigos, dejad los móviles a un lado y permitid que el debate fluya. Será una experiencia inolvidable, un viaje al pasado, a las conversaciones de vuestros padres o vuestros hermanos mayores. Y lo mejor de todo... ayudará a que conozcáis mucho mejor a quien tenéis enfrente.
Imágenes | Una proposición indecente, Friends, Gtresonline, El retorno del Jedi, Instinto básico y Titanic.
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