España registra la mayor tasa de suicidio de su historia: los expertos aseguran que visibilizarlo lo previene

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El efecto de la pandemia en la salud mental ha sido devastador y nos ha dejado un récord histórico de suicidios. La cifra es escalofriante: casi 11 personas se quitaron la vida al día en 2020.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), afiliada a la Organización Mundial de la Salud (OMS), informa que la Covid-19 ha llegado a aumentar los factores de riesgo de suicidio. Y aún hay más. Las muertes por suicidio son el doble que por accidentes de tráfico, son 80 veces más que por violencia de género y 11 veces más que por homicidio... y es la primera causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años.

Si bien las cifras hablan por sí solas, es importante conocer los aspectos clave para ayudar a las personas que están pasando por este momento. La conclusión de las expertas con las que hemos hablado se centra en una idea: hablar de suicidio lo previene.

La desesperanza derivada de la pandemia incrementa el número de casos

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Desde Somos Estupendas, plataforma de psicólogas especializadas en salud mental y bienestar, nos introducen que detrás de un suicidio puede esconderse un sentimiento de soledad o incomprensión, un trauma psicológico o maltrato infantil de cualquier tipo o una crisis económica. Además, las consecuencias psicológicas de la pandemia han llevado a un aumento de los suicidios el pasado año.

"La desesperanza es sin duda uno de los componentes de la ecuación al hablar de suicidio"

Por eso, reconocen que lo primero en lo que podemos pensar al hablar del incremento del número de suicidios es en uno de los factores de mayor riesgo de suicidio, la desesperanza. "La desesperanza es sin duda uno de los componentes de la ecuación al hablar de suicidio. Relacionando este componente con la situación vivida en la pandemia, hemos de tener en cuenta que esta vivencia nubló toda imagen de futuro, llevándose por delante la percepción de control que tenemos sobre la vida", sostienen.

Las expertas nos explican que la escasa oportunidad de aquel momento álgido de pandemia de mirar hacia delante y no poder prever escenarios positivos, sino todo lo contrario, incrementó la desesperanza en gran medida, como es evidente. A esto, detallan, se le suma la pérdida de puestos de trabajo, el contacto constante con la muerte, y, especialmente, otro factor de riesgo suicida fundamental que hay que destacar: el aislamiento social.

"Hay que tener en cuenta que la pandemia es un acontecimiento vital estresante al que hay que hacer frente", concretan desde Somos Estupendas. Sin embargo, recogen que el malestar asociado también reduce los recursos necesarios para afrontarlo y disminuye nuestra capacidad de regulación emocional.

Las diferencias de género en las tasas de suicidio son significativas: más hombres

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Las expertas recogen que, entre los factores de riesgo, encontramos ser hombre, divorciado y mayor de 40 años, especialmente mayor de 70. "La diferencia de género en el suicidio tiene que ver con que hay más intentos de suicidio por parte de mujeres (lo que se llama "tentativas de suicidio"), mientras que los hombres acaban llegando al suicidio en más ocasiones", especifican desde la mencionada plataforma.

En este sentido, confirman que la razón por la que los hombres presentan tasas más altas de suicidio es multifactorial: "No depende de un solo factor. Podemos relacionarlo con los más altos niveles de testosterona, asociados a conducta violenta e impulsiva".

"Otra variable a considerar sería el aprendizaje sociocultural asociado con creencias del tipo 'los hombres no lloran'" 

Además, ratifican que en los hombres es más común el abuso de sustancias, concretamente el alcohol, que también es un factor de riesgo para el suicidio. "Otra variable importante a considerar sería el aprendizaje sociocultural relacionado con creencias como los hombres no lloran, los hombres tienen que ser fuertes, que hacen más difícil pedir ayuda", precisan.

Hablar de suicidio lo previene

Hablar

Tenemos que hablar del suicidio, pero primero tenemos que aprender cómo hacerlo. "Hablar, hablar, hablar, y hablar de suicidio. Es necesario que se de visibilidad a esta realidad para que deje de ser el estigma que es y que así que se normalice hablar de la salud mental y su importancia", responden las expertas cuando preguntamos qué hacer para frenar esta situación.

"No hablar de suicidio no consigue otra cosa sino seguir manteniendo esas altas tasas que vemos"

Señalan que hablar de suicidio es abrir una oportunidad de pedir ayuda para aquellas personas que puedan estar en esta situación de riesgo. "Hablar con eufemismos o, directamente, no hablar de suicidio, no consigue otra cosa sino seguir manteniendo esas altas tasas que vemos", recuerdan.

"La prevención está en poder poner fuera lo que siento dentro y uno de los mejores salvavidas es el apoyo social", añaden. Por eso, apuestan por la necesidad de promover este apoyo, creando campañas de prevención, creando más plazas de psicólogos en atención primaria y hospitales o dando pautas sobre cómo ayudar a personas que lo están pasando mal, no sólo a profesionales sino a nivel comunitario.

Además, garantizan que las personas que escuchen que se está hablando de suicidio van a tener la oportunidad de ver que no están solas, y de que existen otras vías alternativas para acabar con su sufrimiento. "También existen personas que pueden entender las razones que llevan a pensar al suicidio y de que, por tanto, pueden ayudarles". Es decir, recogen que hablar sobre ello abrirá una vía de apoyo, al tiempo que va a desculpabilizar a la persona y mostrarla que no está sola.

Necesitamos terapia

Terapia

"¿Cuántas vidas podríamos haber salvado si contásemos con una atención psicológica de calidad, que esté al acceso de todo el mundo y sea capaz de llegar a tiempo?", se cuestionan desde Hablemos del tema, cuenta de divulgación dedicada a dar visibilidad al suicidio con el objetivo de concienciar e informar de forma responsable.

"Muchas", contestan ellos mismos. "Es cierto que no todos los suicidios suceden a causa de un problema o un trastorno psicológico, pero sí una inmensa mayoría)". Nos explican que, en España, las listas de espera varían según cada comunidad autónoma, pero es común a todas la necesidad de esperar meses para una primera consulta. De ahí la razón por la que la mayoría de las personas (que puedan permitírselo a nivel económico, obviamente) opten por acudir a un centro privado.

Un informe del Senado sobre las necesidades de recursos humanos en el Sistema Nacional de Salud (SMS) estimó que en España había 4,3 psicólogos por cada 100.000 habitantes, frente a la media europea de 18 psicólogos por cada 100.000 habitantes. Según la información facilitada por el Ministerio de Sanidad, dicha ratio se situó en 2018 en aproximadamente 6 psicólogos (tres veces menos que la media europea). Por tanto, desde la plataforma concluyen que existe una escasa visibilidad de estos profesionales en el sistema sanitario: "Se necesitan más plazas y nuestra salud mental nunca debería depender del dinero que tenemos en nuestro bolsillo".

"La terapia está ahí para toda persona que quiera acceder a ella o que sienta que necesita ayuda"

"Es normal que todas las personas necesiten terapia, la terapia está ahí para toda persona que quiera acceder a ella o que sienta que necesita ayuda". Pero más allá de hablar de la terapia como una obligación, desde Somos Estupendas expresan que todos podemos hablar de la terapia como un recurso, de forma que se vea como un apoyo que está disponible para cada uno si lo necesita.

Cómo ayudar a alguien con tendencias suicidas

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Desde la confederación Salud Mental España nos invitan a escuchar de forma activa a la persona con ideas suicidas. "Crea un clima adecuado de confianza para que exprese sin miedo sus sentimientos o temores", recogen. Y proponen soluciones a corto plazo que pospongan la toma inmediata de la decisión.

"Conserva la calma y anímale a acudir a su centro de salud", reivindican. También nos invitan a no juzgar ni criticar lo que esa persona comparta, ni culpabilizarla. "Acompáñale, pero sin sobreprotegerle". Para terminar, nos proponen prestar atención a cualquier cambio de conducta que notemos y, si nos sentimos perdidos, pedir ayudar a profesionales de la salud mental.

Las psicólogas consultadas concluyen que para ayudar a alguien con pensamientos suicidas es importante acompañar a la persona, lo que se traduce en validar sus emociones e incluso entender los motivos por los que la persona ha pensado en suicidarse. "Es decir, ver su sufrimiento, empatizando con su situación de forma que la persona se sienta comprendida".

Advierten que esto no quiere decir que validemos el suicidio, sino que validamos su sufrimiento y estamos ahí para acompañar hacia otro tipo de soluciones, como puede ser acompañar en el proceso de pedir ayuda.

"Es importante evitar frases del tipo Mr Wonderful o demasiado positivas, y centrarnos más en escuchar para que la persona pueda ventilar sus emociones". A partir de ahí, proponen mostrar opciones de ayuda, como acudir a terapia o a asociaciones especializadas.

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