Ni dietas espartanas, ni planes de ejercicios rocambolescos, ni grandes inversiones en tratamientos, cremas a mansalva y milagros varios… Lo más importante que tienes que hacer para prepararte para la temporada playera es aprender a desconectar adecuadamente y ponerte en forma (mental) para disfrutarlo al máximo.
Es difícil llegar a esta época del año y que no te asalte algún conocido con la dieta que tienes que seguir, el deporte que tienes que practicar o la crema que deberías usar si quieres estar a punto para ir a la playa.
¿En qué consiste la Operación Bikini?
Como ya sabéis, es el propósito de enmienda que millones de personas en el planeta llevan a cabo los meses (semanas, en muchos casos) previos a las vacaciones y que tiene como objetivo principal quedarse estupendo de la muerte. Pero para mí, la Operación Bikini es más bien una matraca que me dan desde el mes de marzo para que ponga todos los remedios posibles durante meses para lucir estupenda durante una única semana. No tiene ningún sentido, la verdad.
En general, llevo años cuestionándome los objetivos verdaderos de la Operación Bikini tal y como está montada ahora. Además, tengo la impresión no sólo de que es obligatoria sino también completamente inútil. Si a estas alturas del año no hemos practicado deporte ni hemos hecho dieta para eliminar todos los líquidos y grasas que nos sobran, tampoco es que vayamos a solucionar mucho en pocos días. Soy de la opinión de que la constancia es la clave y que ni echarte cremas a porrillo unas semanas antes de plantarte en la arena va a servir para mucho.
Es temporada alta en los gimnasios y centros de belleza de todo el mundo, en la televisión salen muchas chicas estupendas diciéndonos que podemos estar igual de estupendas que ellas si usamos tal y cual… y pasa lo que pasa: todos caemos víctimas de la Operación Bikini. E intentamos correr, aunque sabemos que no vamos a llegar a ninguna parte.
Pero... ¿qué debería ser realmente la Operación Bikini?
Pero yo este año me niego en rotundo a inmolarme comiendo cosas insípidas, sudando la gota gorda por el parque de mi barrio o invirtiendo mi hipoteca en tratamientos que en el fondo sólo me eliminan 14 centímetros de contorno (¡en conjunto de todo el cuerpo!). Ya hice todo eso el año pasado y el anterior y el otro y el otro (vamos, desde que tengo diecisiete años) y lo único que conseguí fue llegar a la playa estresada, desganada, hecha una piltrafa y sin dinero en los bolsillos.
Así que este año he decidido que la Operación Bikini va a ser muy diferente a la que nos aconsejan desde los anuncios y los medios de comunicación. En vez de hacer dieta a porrillo, ejercicio "a tuti" y untarme de cremas, propongo hacer otro tipo de preparación:
1.- En vez de obsesionarme con perder kilos que he acumulado desde Navidad y Semana Santa, voy a centrarme en deshacerme de todo el estrés que llevo acarreando desde principios de año.
2.- En vez de practicar deporte para sudar la gota gorda, voy a practicar la relajación, el “ommmmhhh” y cualquier cosa que me ponga a punto para el estado mental que requiere la playa.
3.- Si no puedo deshacerme de la celulitis no pasa nada. Mucho mejor intentar deshacerme de los malos rollos y no llevármelos de vacaciones.
4.- Menos cremas milagrosas y más invertir en protectores solares que protejan nuestra salud, la de nuestra piel, la parte más delicada del rostro y del escote y productos específicos para el pelo.
5.- Los únicos tratamientos de belleza a los que voy a someterme son los que me hagan sentir bien: una buena manicura y una pedicura, un par de masajes exfoliantes, un auto-bronceado… y cualquier cosa que me ayude a sacarme partido.
De esta manera llegaré a la playa totalmente en forma y preparada para disfrutar plenamente de las vacaciones, sin tensiones, sin presiones y, por supuesto, sin someterme a operaciones imposibles que en el fondo no me llevan a ninguna parte.
En Trendencias|Las nueve mejores dietas con las que fracasé
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