La Generación Z no tiene problemas para comprar en Amazon y tiendas online, pero tiene miedo de hacerlo en tiendas físicas

Preguntar en una tienda o interactuar con los dependientes de un supermercado les llega a producir ansiedad en algunos casos

Ansiedad De La Generacion Z Al Comprar En Tiendas Fisicas
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La Generación Z, la de aquellos nacidos entre a finales de la década de 1990 y hasta principios de la década de 2000 según el diccionario Merriam-Webster, se siente muy cómoda con la tecnología y las redes sociales. No nacieron con un móvil en la mano como la generación Alpha, pero sienten que el mundo digital es su hábitat natural. Precisamente por eso cuando en TikTok @isaalaureano2 contaba que su mayor miedo como adulta era no saber comprar en una carnicería, se convertía en noticia. El motivo es que esta joven de 24 años no era la única. Es algo común en la generación Z.

@isaalaureano2

Decidme que no soy la única que no sabe comprar en una carnicería 😭😭 #carniceria #adulto #nosequehagoconmivida #imjustakid #parati #tiktokviral

♬ Just A Girl - No Doubt

La Generación Z parece tener miedo a comprar en tiendas físicas, pero no cuando lo hacen online. ¿Es algo común en toda la generación o cosa de unos pocos? ¿Existe una explicación lógica para este comportamiento? ¿Cuánta culpa tienen las redes sociales? Comprar en el mundo físico de las tiendas, especialmente los supermercados, puede ser un auténtico desafío para esta generación.

El miedo y la vergüenza de la generación Z en las interacciones sociales cara a cara

Comenzaré diciendo que, evidentemente, el hecho de que les avergüence o les llegue a generar ansiedad preguntar en una tienda física no es algo que podamos decir que le pasa al 100% de los zetas. Igual que tampoco podríamos decir que el 100% de los millennials odiamos hacer gestiones por teléfono, como pedir comida china o reservar en un restaurante. Pero después de preguntar a los zetas, la tónica se repite: no les gusta preguntar en las tiendas físicas en la mayoría de casos.

“Me da vergüenza. Soy la timidez en persona”, me contaba Daniela, de 17 años. “Me da vergüenza acercarme a preguntar algo en una tienda, aunque menos si voy acompañada. Quizá porque al ir acompañada de gente con la que me siento segura, me siento reforzada porque sé que pase lo que pase, tengo su apoyo”. En el caso de otra de las chicas el tema de preguntar es una negativa en sí misma. No pregunta bajo ninguna circunstancia y prefiere pasar 55 minutos buscando algo antes que preguntar o que pregunte otra persona que le acompañe. Hasta le incomoda que le pregunten en el supermercado si quiere bolsa.

Laura, de 18 años, también siente vergüenza pero esta vez cuando está acompañada de otra gente. “Si voy sola no me da cosa porque al fin y al cabo no me conocen de nada, pero si voy con más gente no me gusta preguntar. Prefiero que pregunte otra persona siempre”. En el caso de Laura, el mayor miedo llega cuando tiene que preguntar algo en clase, algo en lo que coincide Eden, otra de sus compañeras. “Las dudas en clase no las pregunto por vergüenza. No del profesor, si no del resto de la clase, porque siento presión y creo que me van a juzgar por equivocarme”, explicaba Laura. Daniela también asegura que “si no entienden lo que digo tengo miedo de que piensen que soy tonta”.

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Laura estudia Hostelería y en el caso de ir a un supermercado y preguntar algo más allá de cuánto cuesta, le da más vergüenza porque “me da cosa equivocarme o decir algo ridículo”. Sin embargo María, de 17 años, compañera de su clase, afirma que a ella no le supone esfuerzo preguntar lo que sea cara a cara. Ni en el supermercado ni en ningún otro ámbito, y asegura que prefiere la compra física a la online “para tocar, probarse o ver lo que estoy comprando”. Una rara avis entre los zetas, aunque sí que asegura que llamar por teléfono le da cosa. No es la única. Para Noemí, nacida en el 98 y por lo tanto también de la generación Z, no le da apuro la compra física, pero cuando se trata de llamar para “hacer una reserva o cosas de ese estilo, es verdad que siempre busco si se puede hacer online sin tener que llamar por teléfono. Si no, necesito dos segundos de mentalización para llamar”.

Lo de las llamadas parece que es algo habitual porque Julia, también de 19 años, asegura que, aunque le da algo de vergüenza preguntar en un entorno físico, lo peor es llamar “cuando no es alguien conocido”. De hecho me cuenta que “las llamadas entre amigos son solo de dos tipos: uno, emergencia tipo necesito respuesta ya y no me has contestado al mensaje; o dos, tía ¿dónde estás?”.

Otras tres personas aseguran que prefieren comprar online para evitar preguntar nada, y la gran mayoría de los jóvenes a los que hemos preguntado esto prefieren hacer la compra online para casi todo. 10 de 11 de hecho. Aunque no les da vergüenza, optan por el camino digital.

¿Por qué la Generación Z prefiere comprar online?

Además del tema de la vergüenza del que ya hemos hablado, la comodidad es uno de los puntos a tener en cuenta. Pensemos en que una tienda online está disponible 24/7 y además te permite hacer una comparación rápida de precios y productos. Por otro lado, y como grandes usuarios de redes sociales, tenemos que tener en cuenta que las redes y los creadores de contenido son una gran influencia en el descubrimiento de productos. Si lo tengo al alcance de la mano en el momento en que lo veo, no necesito ir a una tienda a comprarlo.

Cada vez hacemos más compras online, especialmente la Generación Z. En España, casi 9 de cada 10 consumidores de la Generación Z optó en 2023 por la tienda online para realizar sus compras según el “Informe sobre Métodos de Pago 2023” de Ayden. El 40% de los jóvenes recurren a Instagram o TikTok en vez de a Google para localizar recomendaciones y en 2023, 3,6 millones de españoles de entre 16 y 24 años adquirieron productos o servicios de forma online. La compra online, despersonalizada y en la que en la interacción no necesitamos a otros seres humanos, crece y se pone de moda. Eso no significa que la generación Z no visite las tiendas físicas. Según el informe “Análisis del comportamiento de compra de la generación Z” un 67,8 % de los encuestados de la generación Z visita los establecimientos físicos de forma semanal. Eso sí, ellos aseguran que “la generación Z prefiere con mayor claridad que el resto de generaciones los espacios físicos a los espacios online”, algo que no coincide para nada con lo que nos han respondido en Trendencias.

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El primer motivo: miedo a ser juzgados

El miedo al juicio y la presión social pueden generar ansiedad en situaciones sociales. Según la Dra. Hannah Rose “en términos evolutivos, el miedo a ser juzgado tiene sentido si se relaciona con la necesidad de sobrevivir en la sociedad. Para nuestros antepasados, ser evaluados favorablemente en lugar de ser juzgados por sus defectos, habría significado una mayor probabilidad de supervivencia”. El problema es que nuestros jóvenes perciben esa ansiedad en una situación en la que su vida no corre peligro.

Parece que el miedo a ser juzgado o el desconocer cómo se hace algo y quedar en ridículo al hacerlo mal, es algo que se repite, llegando incluso para algunos a suponer un desafío real. Entre los comentarios al vídeo que @isaalaureano2 compartía me quedo con este de una usuaria: “Yo en la pescadería no sabía que el salmón se vendía por pieza entera. Pedí uno de salmón pensado que era un kilo, me entregó en salmón entero (64 €). Como me dio vergüenza no le dije nada y me lo llevé”. De nuevo la vergüenza asomando la patita.

El segundo motivo: el consumismo decide por nosotros

“Cuando vamos al supermercado a comprar una cuña de queso, unas pechugas de pollo o unas lonchas de jamón cocido, no nos planteamos los gramos que vamos a necesitar porque eso es algo que ya ha decidido la marca por nosotros. Simplemente, estiramos la mano y echamos al carrito un paquete ya envasado”, aseguraba María Yuste. ¿Y si el problema real está en que nuestros hábitos de consumo han cambiado y los zetas han crecido justo en un momento en que nos dicen qué consumir y cómo? No podríamos culparles de no saber cuántos gramos de bacon necesitan pedir en la charcutería si siempre han comprado los 210 gramos que vienen en el envase de Mercadona y sin mirar el peso.

El tercer motivo: su crianza

Pensemos también en otro de los motivos que pueden estar detrás de ese miedo a las interacciones físicas. Nuestros padres aprendieron observando a los suyos. Los millennials aprendimos a interactuar socialmente en estos entornos de compras en base a la imitación, pero la gente de la Generación Z no ha tenido en muchos casos la oportunidad de ello. Sus padres empezaron a comprar online, a ir a centros comerciales e hipermercados y la tecnología ha avanzado muchísimo. Los padres de los zetas han dejado de ir a comprar a la carnicería de su barrio y sus hijos no han visto cómo se hace.

El aprendizaje a través de la observación y la imitación que me dio a mí las claves para interactuar en el super, en el caso de los zetas es, en algunos casos, hasta inexistente, por lo que no es de extrañar que en esas situaciones se encuentren indefensos y sin las herramientas adecuadas. Puede llegar a darse el caso de que tengan sus  habilidades sociales menos desarrolladas al pasar más tiempo en entornos virtuales y tener menos oportunidades para desarrollar la comunicación no verbal por ejemplo.

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Existen estudios que sugieren que algunos miembros de la Generación Z pueden experimentar cierta ansiedad o incomodidad en las interacciones sociales cara a cara, a menudo relacionadas con un cambio en el tipo de relaciones y un aumento del uso de redes sociales, pero la relación entre la Generación Z, la ansiedad social y las redes sociales es compleja. Es evidente que esta generación ha crecido rodeada de tecnología y se sienten más cómodos expresándose a través de las pantallas. Sin embargo, es importante que sepamos que no todos los miembros de la Generación Z sienten miedo de las interacciones en vivo. Cada persona es diferente.

Puede que la generación Z regrese a las tiendas y descubran que las interacciones con otros no tienen porqué ser motivo de ansiedad. Puede que el consumo haya cambiado para siempre y todos, seamos de la generación que seamos, estemos abocados a la compra online. O puede que encontremos un equilibrio entre el comercio de toda la vida y el online, y los zetas terminen por reconciliarse con ese mundo fuera de las pantallas en toda su gloria. Pase lo que pase, solo lo descubriremos con el tiempo.

Fotos | Marjan Blan en Unsplash, Valeria Smirnova en Unsplash, Shalom Ejiofor en Unsplash, Eric Prouzet en Unsplash

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