Muchas de las prácticas sexuales no tienen porque ser un “juego” previo a la penetración. El llamado coitocentrismo ha estado durante décadas convenciéndonos de la falsa idea de que la penetración es la única forma de practicar sexo. Por suerte, este pensamiento está derrumbándose poco a poco y el clittage es buena muestra de ello. Y no, no es un preliminar porque los preliminares no existen. Eso que llaman preliminares es sexo, como bien explica la sexóloga Irene Navarro.
Existen muchísimas prácticas sexuales en la que nada es introducido en una vagina, como en el caso del petting o del clittage que te explicamos hoy, una práctica sexual que pocos conocen pero que resulta realmente placentera.
Qué es el clittage
La palabra “clittage” nace como una combinación de las palabras “clitoris” y “massage” en inglés, así que no es complicado imaginarse qué es. El clittage consiste en masajear el clítoris y la parte exterior de la vagina usando el pene. Sin usar las manos. No se trata de pasar el pene sobre el clítoris frotándolo, sino de hacer un masaje genital por toda la parte externa de la vulva con el objetivo no solo de aumentar la lubricación, sino de que ambos miembros de la pareja disfruten.
Cómo hacer bien un clittage
Durante el masaje, el pene se mueve usando únicamente la cadera para ello, con movimientos suaves que recorren la parte externa de la vulva y como decíamos antes, sin usar las manos. Pueden hacerse movimientos arriba y abajo, hacia los lados o circulares. Moverse haciendo ochos, dando pequeños golpecitos como si tocáramos la puerta con el pene y frotándose cambiando la intensidad, pasando de caricias leves, casi inexistentes, a roces más profundos. Pero aunque solo usemos la cadera para mover el pene, no significa que no podamos usar las manos para tocar y acariciar diferentes zonas erógenas. También puede usarse la boca para otra zona y conseguir así una triple estimulación.
Además de aumentar la excitación, el clittage es una técnica capaz de hacer que la persona con vulva tenga un orgasmo, porque la penetración no es en ningún caso imprescindible para alcanzar un orgasmo. De hecho la vagina apenas tiene terminaciones nerviosas, lo que hace que podamos usar la copa menstrual sin molestias, por ejemplo. En cambio solo en el clítoris tenemos más de 8.000 terminaciones nerviosas. Y para la persona con pene también hay placer, porque el glande es una zona con muchas terminaciones nerviosas que se estimulan durante el masaje.
La mejor postura para esta práctica es con la persona con pene de rodillas y su pareja boca arriba sobre la cama y con una almohada o cojín que eleve su cadera para que las pelvis de ambos se encuentren. La persona tumbada abre las piernas y si el resulta cómodo, sujeta las rodillas para que su pareja pueda realizar movimientos más amplios. Y una advertencia: hay que usar protección. Aunque no estemos penetrando, hay riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual y también de embarazo, aunque no lo parezca.
Sexconsejo: si vas a ponerla en práctica no empieces a frotar contra los genitales de tu pareja en plan loco. Es mejor ir poco a poco, tirando de peaking a tope y si al principio no hay lubricación, usar un lubricante para que el roce entre vuestros genitales no sea incómodo en ningún momento. Recuerda que no tenemos ninguna prisa, estamos aquí para disfrutar todos y cuanto más lento vayamos, mayor será el grado de excitación conseguido.
Aunque no haya un pene de por medio también podemos probarlo, incluso a solas. Solo necesitamos un dildo y usar las manos para moverlo. O si es una pareja de dos personas con vulva, puede usarse como una forma más de masturbar a tu pareja y hasta podemos usar un arnés sexual como el que usaríamos para el pegging.
No es algo nuevo que se haya inventado la Generación Z. De hecho es algo que vimos en el documental ‘Sacred Water’, ópera prima del director belga Olivier Jourdain, que exploraba la sexualidad en Ruanda y en cómo los hombres utilizan desde hace siglos una técnica cuyo objetivo es únicamente que la mujer alcance el orgasmo, la Kunyaza. Según explica el sexólogo africano Nsekuye Bizimana en su libro ‘Kunyaza’, esta técnica se trasmite de generación en generación desde hace milenios en África Central, y consiste en estimular las terminaciones nerviosas de la vulva con el glande del pene o con los dedos. La diferencia con el clittage es que ese masaje se realizará con el pene y sin usar las manos.
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