En un mar de tareas pendientes, de fechas de entrega pasadísimas, de “marrones” en la oficina y/o en casa, en un pico de estrés o cuando éste se prolonga en el tiempo, a tu libido le va a costar salir a flote. El estrés es la kryptonita de tu deseo y tu placer, pero tranquila, sabemos cómo neutralizarlo para que vuelvan tus superpoderes de placer supremo.
Mucho estrés, pocas ganas
Seguro que en algún momento de tu vida has experimentado un poquito, o un muchito, de estrés, pero, ¿sabes qué es realmente?
El estrés no es más que la respuesta del cuerpo ante un reto o un peligro: nuestro organismo se prepara para hacer frente a lo que viene, se pone en “modo supervivencia”. Si esto sucede en un corto espacio de tiempo o lo gestionamos correctamente (lo malo del estrés es que a veces no detectamos que lo tenemos), no tiene por qué ser negativo.
Sin embargo el estrés alto o sostenido en el tiempo tiene efectos negativos tanto en nuestra salud mental como física... y en nuestra vida sexual.
¿Y por qué afecta a nuestras ganas de sexo? Piensa en nuestros antepasados cavernícolas: si un mamut les perseguía, ¿crees que era el momento de ponerse a pensar en procrear? No, su cabeza y su organismo se centraba en sobrevivir.
El cuerpo centra sus energías y recursos en aquellas funciones necesarias para desenvolverse ante el reto que tiene delante, poniendo en pause las que no son imprescindibles en ese momento.
Es decir, cuando estamos estresados nuestro sistema apaga el sector erótico para prestar atención, para focalizarse en eso que tenemos que resolver.
Cómo afecta el estrés a tu vida sexual
Hormonas
El estrés sostenido, prolongado en el tiempo, hace que nuestro cuerpo genere más cortisol (y adrenalina), la hormona del estrés y enemiga suprema del deseo (inhibe las hormonas “pro sexo”). Entre los efectos negativos de estos niveles de cortisol está, por ejemplo: problemas de memoria, cansancio, irritabilidad, agresividad, depresión, dolor de cabeza, de estómago... entre otras cosas. Además el cortisol puede llegar a afectar al sistema reproductivo.
Puede alterar nuestro ciclo menstrual
¿No te ha pasado alguna vez que en época de exámenes se te ha retrasado -para tu estupor- la regla? Pues el responsable es el estrés.
Pensamos menos en sexo
El estrés hace que te cueste pensar en sexo, porque estás, como decía antes, centrado en otras cosas, en resolver lo pendiente, y eso hace descender el deseo.
Si no pensamos en sexo, si no le dedicamos tiempo (mental y físico), tendremos menos ganas.
Hace que te cueste más llegar al orgasmo
La falta de concentración en lo sexual hace que los niveles de excitación sean menores y por tanto dificulta mucho llegar al orgasmo.
Dolor al realizar el coito
El estrés y los estados ansiosos provocan que estemos tensos a nivel muscular, lo que, en el caso del sexo se traduce en rigidez en los músculos de la vagina... y riesgo de molestias o dolor por tanto.
La vagina con la excitación se vuelve flexible, se dilata, pero si estamos tensos eso no se produce.
Problemas de erección
El estrés sostenido puede derivar, en el caso de los chicos, en problemas de erección.
Aumento de peso y peor autoimagen
El estrés puede alterar tu metabolismo y hacer que ganes peso.
Además la ansiedad puede llevarte a desear consumir comidas más calóricas, por lo que puede cambiar tu aspecto y con ello tu autoimagen, y si no te sientes muy segura, esto puede afectar a tus relaciones sexuales, a cómo te sientes en ellas.
Qué podemos hacer
- Relajación: busca una relajación que te vaya bien, con la que te sientas cómoda, y practícala a menudo (al principio estamos más atentos de lo que toca hacer que de relajarnos, así que es menos efectiva). El estrés provoca activación fisiológica, y nos interesa llevarla a niveles más amigables.
- Saber priorizar: tú y tu salud han de ser la prioridad número uno, así que no vale escatimarle tiempo a lo que, de verdad, es más importante. Nuestra cabeza nos juega malas pasadas con el agobio, y pensamos que “bueno, pego un achuchón y luego, cuando acabe todo esto, ya me cuidaré”, pero no vale, porque estás haciendo pasar a tu cuerpo por un estrés importante. Entregar el proyecto es clave, pero no puede ser a costa de tu salud. Además, piénsalo: cuanto más estresada estés, peor rendirás.
- Organización: por las mañanas, o la tarde de antes (no cerca de la hora de dormir, porque entonces te llevas “lo pendiente” a la cama), anota qué estaría bien hacer al día siguiente. Y digo “estaría bien” y no “tienes que hacer” porque no queremos más presión y porque no se acaba el mundo si no lo haces. La lista ha de ser racional (vamos, que tiene que poder hacerla un ser humano sin superpoderes). Al final del día tacha lo que has hecho, ¿a que sienta bien? Si anotaste demasiadas cosas es señal de que queremos abarcar más de lo que podemos atender. Toca ordenar, de nuevo, prioridades.
- Tiempo para ti: es lo sostenido en el tiempo del estrés lo que acaba aniquilando nuestro deseo, así que necesitamos aire, una pausa, romper esa dinámica para poder bajar los niveles de activación fisiológica y mental. A pesar de que estés liadísima, de las mil cosas que tengas que hacer, dedícate al menos 30 minutos al día a ti, a cuidarte, a hacer algo que te haga sentir bien.
- Tiempo en pareja: a pesar de que con el estrés no te apetezca tener sexo, es importante mantener la intimidad y la salud de la relación, porque si no la cuidamos aparecerán los problemas y pasará de ser “casa” a ser otra fuente de estrés. Además, cuanto mejor estés con tu pareja, cuanto más tiempo paséis juntos, más fácil es que os apetezca tener sexo.
Dale la vuelta a la tortilla
En esta ocasión si cambiamos el orden de los elementos, alteramos el producto. Me explico: el estrés hace que nuestra libido se vaya al otro extremo del universo pero... ¿sabías que el sexo ayuda a reducir los niveles de estrés?
Así que en lugar de “No tengo ganas porque estoy estresada”, pasemos a “Uy, estoy estresada, ¡hagámoslo!” o a "Estoy estresada, voy a masturbarme"... Porque puestos a hacer cosas para liberar estrés, ¿qué mejor que esto?
Pero es que ni siquiera hace falta llegar a la cama, un estudio reveló que ya con solo besar a nuestra pareja nuestros niveles de estrés se reducen.
Ya has visto, el amor, sentirlo o hacerlo, es la mejor medicina, así que ya sabes: tómate tu dosis.
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