En alguna ocasión te hemos hablado de lo complicado que resulta en muchas ocasiones mantener a flote una relación. Hasta la ciencia nos ha confirmado que solo con el amor no basta y que es necesario algo más que querernos para que una relación de pareja dure.
Podríamos comenzar diciendo que es imprescindible la responsabilidad afectiva. Y continuar diciéndote que hablar a diario con nuestra pareja es otro must have. Ahora la psicología añade la herramienta más importante para evitar una ruptura, y que además es una habilidad que nos servirá para cualquier relación, sea amorosa o no: la escucha reflexiva.
Según la doctora Jessica Griffin, profesora de psiquiatría y pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts y la sexóloga Pepper Schwartz, la escucha reflexiva puede ayudar a salvar cualquier relación del desastre.
Qué es la escucha reflexiva
La escucha reflexiva es una estrategia de comunicación que busca que la otra persona se sienta escuchada, validada y comprendida. Persigue entender la idea de nuestro interlocutor y hacerle ver que le comprendemos.
Esta técnica surge del psicólogo estadounidense Carl Rogers que enfocaba la empatía en sus teorías sobre la comunicación y concretamente sobre la escucha activa, algo que ya vimos aquí que nos puede ser de utilidad a la hora de gestionar conflictos.
Igual que la psicóloga María Esclapez nos explicó la técnica del banco de niebla, hoy vamos a contarte cómo practicar la escucha reflexiva para evitar que un pequeño conflicto desemboque en una pelea en nuestras relaciones siguiendo los pasos que explican Jessica Griffin y Pepper Schwartz.
Lo primero de todo es que al hablar lo hagamos en un lugar tranquilo y que nos permita mantener el contacto visual con nuestra pareja. Si tenemos dificultades para respetar los tiempos en que cada uno expresa lo que siente, podemos usar algún objeto que sirva de representación sobre quién tiene el turno de palabra, como un cojín o una taza, por ejemplo. Así, la persona con el objeto en la mano será quien tenga el turno de palabra y la otra persona no podrá intervenir hasta que tenga el objeto.
Buscamos entender qué nos quiere decir nuestro interlocutor, así que comenzar con un “quiero entenderte, cuéntame lo que ocurre” nos ayudará a dar pie a la conversación, pero es importante escuchar bien hasta que la otra persona termine. De esta manera además, podemos centrarnos en lo que nos están diciendo en lugar de pensar en lo que vamos a contestar. Vamos a practicar la escucha con todos nuestros sentidos.
Cuidado con la expresión corporal y los gestos cuando la persona que tenemos delante nos está hablando. Piensa en que estás poniéndote en su lugar y usando la empatía, quedan descartados los suspiros, los ojos en blanco y demás muestras no verbales de desacuerdo.
Para confirmar que comprendes lo que la otra persona está diciendo, puedes parafrasear lo que dice tu pareja con un “lo que me estás diciendo es que esto te hizo daño”, o “si lo he entendido bien, esto te molestó”, por ponerte un par de ejemplos.
Es importante que entendamos cómo se siente nuestra pareja, aunque pensemos que no lleva razón. Como ya nos explicó la psicóloga Mamen Jiménez, discutir no es negativo y podemos aprender a hacerlo bien, respetando a nuestro interlocutor y entendiendo que lo que hacemos y decimos puede afectar al otro aunque no lo hayamos hecho con mala intención. De hecho es una muy buena idea pedir disculpas por el daño causado con frases como “siento que te sintieras así” o “mi intención no era hacerte daño pero ahora entiendo que lo que dije te ha dolido”, por ejemplo.
Ya vimos que ser agradecido es un imprescindible si queremos una relación sana. De hecho es un hábito que hace además que tu pareja se sienta segura y amada. Da las gracias a tu pareja por compartir sus sentimientos contigo.
Una vez hemos seguido todos estos pasos, es hora de abordar el problema desde el respeto y el cariño y con la idea de que juntos podéis arreglarlo. No se trata de una guerra en la que uno de los dos tiene que “ganar”, sino de comunicarnos de manera efectiva para resolver el conflicto sin que se convierta en un drama, sino en una oportunidad de arreglar las cosas.
No es una fórmula mágica ni la panacea, pero afrontar los problemas y las discusiones desde una perspectiva empática, nos ayudará a que ese conflicto no se nos vaya de las manos y desemboque por ejemplo, en una ruptura de pareja. Palabra de la psicología.
Fotos | Toa Heftiba, Yolanda Suen, Priscilla Du Preez y sarandy westfall en Unsplash
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