Es normal que las nuevas generaciones usen un nuevo lenguaje para dar nombre a lo que les ocurre en su día a día, pero hay ocasiones en que no definen nuevas prácticas como el ghosting, sino comportamientos como el pocketing, que ya sufrió la buena de Sandy en Grease.
La generación Z es muy dada a llamar a las cosas con otro nombre, y en esto de las relaciones, más. Ahora es Netflix quien ha servido para bautizar algo que lleva entre nosotras mucho, mucho tiempo.
Qué es el birdboxing
Siempre vamos a aprovechar cualquier hueco posible para hablarte de los hombres más guapos del mundo, y este momento es tan bueno como otro cualquiera para decirte que tiene algo que ver con Mario Casas. Ligeramente. El birdboxing nace de la película de Sandra Bullock que acaba de estrenar un spin-off con el actor español a la cabeza y hace referencia a una frase que seguro que conoces: “el amor es ciego”.
“Birdboxing” es justo eso, un término para representar que el amor es ciego. Podríamos decir que es algo que a todas nos ha pasado porque de hecho, y tal y como nos explica la psicóloga María Esclapez en su libro Me quiero, te quiero, una de las fases del amor hace colación a una venda que nos ponemos: el enamoramiento.
Me quiero, te quiero: Una guía para desarrollar relaciones sanas (y mejorar las que ya tienes) (Bruguera Tendencias)
“El enamoramiento o luna de miel es la fase en la que los mitos del amor romántico aparecen para quedarse. Crees que la persona de la que estás enamorada es el amor de tu vida. Sin defectos, o poco importantes si es que consigues ver alguno”, explica la psicóloga. Llevas una venda en los ojos y eres incapaz de ver las partes malas de tu pareja.
Y aunque puede hacer referencia a otro tipo de relaciones, como por ejemplo tu trabajo, siempre tiene que ver con una idealización que nos hace “ciegos” a los defectos que sí existen. Porque sí, amiga, esa persona que tienes a tu lado no es perfecta, aunque ahora te lo parezca, por la simple razón de que nadie lo es.
A priori, estar “birdboxed” o “birboxeado” no es necesariamente malo, sino una fase más del amor. Podríamos confundirlo con sufrir limerencia o la enfermedad del amor, porque en las primeras fases de una relación romántica se parecen.
Pero estar “ciego de amor” es algo normal al empezar una relación romántica y ese estado según los estudios, puede llegar a durar hasta cuatro años. Hay muchas hormonas pululando por nuestro cuerpo y por muy conscientes que seamos de a quién tenemos delante, es complicado que no estemos birboxeadas.
La clave está en que al llegar a la siguiente fase, la llamada fase de decepción o desencanto. Según Esclapez, “es cuando nos quitamos las gafas del enamoramiento y nos damos cuenta de la ceguera que nos producía ese subidón y cóctel de sustancias.”
Hay quien le llama la maldición de los tres años porque al terminar el enamoramiento y en cualquier relación, sea sana o no, es entonces cuando se empiezan a conocer los defectos reales de la otra persona y “se comienzan a solicitar cambios y a recibir solicitudes de cambio”, tal y como nos explica la psicóloga.
Si llegados a este punto tenemos una buena responsabilidad afectiva y sabemos cómo afrontar estas crisis, conseguiremos construir una relación sana.
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