Aquellas personas que usan Tinder de manera habitual, y cualquier otra aplicación de citas, saben que es un caldo de cultivo para tácticas un tanto peculiares. No hablamos de esa práctica que se ha puesto de moda entre los hombres heterosexuales. Ni siquiera hablamos del conocido y horrible ghosting que muchas personas sufren a diario y que tanto cuesta superar aún con los mejores consejos de una psicóloga.
Hoy te hablamos de una práctica que compite con la flecking season en cuanto a egoísmo se refiere. Hablamos de una táctica conocida como sneating que hay personas haciendo en Tinder y que nos ha dejado en shock.
Qué es el sneating
Es tan popular que hasta sale en un episodio de la maravillosa Master of None (una de las mejores series de Netflix, por cierto). Concretamente en el episodio cuatro de la segunda temporada cuando la cita de Dev pide muchísima comida y hasta se lleva las sobras (sin pagar un duro) justo antes de decir que no volverá a salir con él. Sí, hacer sneating es quedar con alguien para que te invite a comer o cenar sin ninguna intención de tener una segunda cita. Ni siquiera tiene intención de conocer a la otra persona. Solo le interesa su cartera.
En el programa First Dates, donde hemos hasta aprendido que no queremos de una pareja al ver alguna de sus citas, lo hemos visto también. Alguien habla a cámara diciendo que detesta a su cita, pero se deja invitar a la cena sin ningún cargo de conciencia.
Un caso real de sneating para saber cómo detectarlo
Si tienes más curiosidad, Sarah explica cómo lo hace. Ella es usuaria de aplicaciones de citas en línea y descubrió que Tinder podía ser el lugar para hacerlo cuando conoció a Dan, un tipo con el que quedó para cenar. “Terminé bebiendo cinco vasos de rosado y un montón de comida. Incluso pedí postre. Cuando llegó la cuenta, Dan insistió en pagar y, por primera vez, pensé “a la mierda, déjalo”. Ni siquiera sentí la más mínima culpa por dejar que Dan pagara cuando no tenía intención de volver a verlo. Tenía un buen trabajo, se lo podía permitir.”
Y como esa primera vez le salió bien la jugada, decidió “ser más estratégica con los chicos con los que coincidía en Tinder”. Buscaba perfiles de hombres que aseguraban estar, por así decirlo, más anticuados, o que aseguraban saber “cómo tratar a una mujer”, lo que les hacía candidatos a pagar la cuenta. Si le decían que abogaban por la igualdad, ni seguía hablando con ellos, aunque puede que estuvieran haciendo wokefishing, pero ese es otro tema.
Asegura que llegó a programar dos citas semanales para poder cenar fuera. Alucinante. La táctica para que otro pague puede ser el clásico “me he dejado la cartera en casa”, “voy al baño” justo cuando traen la cuenta o el “paga tú y la próxima invito yo”, cuando sabes que no habrá una próxima vez.
Fotos | Wiktor Karkocha y Anton Mislawsky en Unsplash
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