Trabajar más de 55 horas a la semana mata a 750.000 personas al año en el mundo. Este titular en sí debería, cuanto menos, preocuparnos. No se trata de crear una alarma social, sino de que el informe de la Organización Internacional del Trabajo que asegura que casi el 7% de las muertes anuales están ligadas al empleo, nos haga poner el foco en algo que está mal: el sobretrabajo.
Y como decía Samanta Villar “no es lo mismo contarlo que vivirlo”, así que me voy a abrir en canal para explicarte porqué las semanas de 60 horas me estaban matando.
El trabajo me estaba matando
En el año 2022 tenía varios trabajos que sumaban unas 8 horas al día. 40 horas a la semana si tenemos en cuenta que trabajo de lunes a viernes. Todo era normal hasta que pasó algo que lo cambió todo. Mi antigua pareja rompió conmigo y no solo tuve superar una ruptura de pareja, también mi estilo de vida cambió.
Pasé de compartir gastos y tener mi piso alquilado que pagaba mi hipoteca, a vivir sola en mi piso. De ahorrar, a no llegar a final de mes. No ayudó el incremento del IPC. Debido a eso, mi ritmo de trabajo en 2023 tuvo que modificarse también. Mi volumen de trabajo pasó de 40 horas a la semana a 60 horas. Y por si te lo preguntas, me afectó. El trabajo me estaba matando
Mis días se eternizaban empezando a las 6 de la mañana y alargándose en ocasiones hasta bien entrada la noche. Al principio la adrenalina hacía su trabajo, pero más pronto que tarde empecé a notar lo que 12 horas de trabajo diario hacían en mi cuerpo. Me notaba agotada (física y mentalmente), de mal humor, me costaba concentrarme y hasta dejé de ver a mi círculo cercano porque no tenía tiempo. Tenía la ansiedad por las nubes y el cortisol campaba por mis venas a sus anchas. No me cogía vacaciones, ni días libres. No podía.
Tardé un año en romperme. Una infección aguda de oído después de un proyecto especialmente demoledor. Y entonces entendí que mi cuerpo estaba pidiéndome parar. Lo noté en mi piel, que estaba más ceniza que de costumbre por la falta de sol y por el exceso de estrés. También en mi peso, porque pasé de moverme a diario a ir al gimnasio solo días sueltos y algún fin de semana. Estaba triste. Me notaba al límite cada día. Hasta mis pulsaciones subieron y de tener 60 en reposo pasé a una “normalidad” de 80. Comía mal, dormía peor y en mis ratos libres (si es que tenía), mi cabeza solo pensaba en el trabajo.
Después de que mi madre me dijera “deberías vivir más y disfrutar, que la vida es muy corta, hija”, me di cuenta de que esas 60 horas de trabajo terminarían por matarme. No quiero morirme por el trabajo. Tengo 37 años y mucho por vivir, pero estaba en un bucle del que me costaría aún un tiempo salir.
Tengo la costumbre de buscar siempre la solución a los problemas y este era uno gordísimo. Podría alquilar una habitación de mi casa para ganar un poco más, pero ahora que había recuperado mi soledad después de la ruptura, no me apetecía. Podía buscar trabajos con más ingresos, pero todos sabemos que no es fácil. Traté de gastar menos y ahorrar más, ya que de momento eso de ingresar más no era factible. Así pude reducir esas 60 horas a unas 50 horas semanales que aunque siguen siendo excesivas, me permiten algo más de calma.
Enseguida noté los resultados. Dos meses después de esta decisión he vuelto al gimnasio, he perdido peso y he recuperado aficiones como leer. Y lo más importante, vuelvo a tener vida social. Quedo con amigos, hago senderismo, voy al cine... He recuperado un poco de mi vida.
Tres formas en las que tus semanas de más de 55 horas te están matando
Pensamos que trabajar muchas horas es muy productivo. Y no. Está demostrado que las largas jornadas laborales no se traducen en una mayor productividad, al contrario. A partir de un determinado número de horas trabajadas, la productividad cae por el agotamiento. Los expertos aseguran que puede ser perjudicial para la salud de los empleados, provocando un mayor ausentismo y una mayor rotación, además de peores resultados para la empresa. Pero ¿existen riesgos reales para la salud física además de para la salud mental?
Las largas jornadas laborales matan a cientos de miles de personas al año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Trabajar 55 horas o más a la semana se asocia con un 35% más de riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y un 17% más de riesgo de morir por enfermedad cardíaca, en comparación con una semana laboral de 35 a 40 horas.
El estrés crónico como consecuencia de jornadas excesivas de trabajo
Cuando trabajamos muchas horas corremos el riesgo de que el estrés se cronifique y eso genere varios problemas. Según la Clínica Mayo, que la adrenalina y el cortisol se conviertan en habituales en el torrente aumenta el riesgo de sufrir depresión, enfermedades cardíacas, aumento de peso y problemas para dormir, entre otras afecciones.
Los hábitos saludables no tienen cabida
Deberías hacer deporte. Deberías cocinar en casa para llevar una alimentación más saludable. Debería darte el sol al menos 15 minutos al día. Deberías preocuparte de descansar y dormir bien. Pero cuando tus jornadas son de 12 horas lo único en lo que puedes pensar es en trabajar y el resto es accesorio. También tu salud.
En una jornada semanal de 60 horas se te aseguro que no hay cabida para hábitos saludables, que podrían contrarrestar todos los efectos nocivos del estrés. En cambio hay sedentarismo, mala alimentación y poco descanso, por no hablar de que no existe la desconexión real del trabajo si la mitad -literalmente- del día, estás trabajando. Necesitamos entre 2 y 3 horas al día de tiempo libre real para ser felices. Haz las cuentas, porque a mí no me salen.
Aumenta el riesgo de sufrir enfermedades como el alcoholismo
Además de lo que ya te hemos contado, existe un riesgo extra y es que tratemos ese estrés y agotamiento de una forma nada saludable: aumentando la ingesta de alcohol. Es más, existe un mayor riesgo de desarrollar alcoholismo si existe estrés, especialmente en mujeres.
El consumo excesivo de alcohol puede causar enfermedades crónicas y problemas de salud como presión arterial alta, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades del hígado y problemas digestivos entre otras muchas afecciones que podrían costarte la vida.
Visto lo visto cogeré prestado algo que me decía entre risas mi amiga y compañera Cristina Sobrino: “el trabajo tampoco dignifica tanto”. No pongas en riesgo tu salud por él como hice yo.
Fotos | Anabel Palomares, Beth Jnr en Unsplash
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