La primera vez que cambié de trabajo lo hice simplemente porque las condiciones laborales en la empresa en la que trabajaba eran nefastas. No existía contrato psicológico y las largas jornadas de trabajo de hasta 12 horas, hicieron que buscara otro empleo.
Entonces no lo sabía, pero ese malestar laboral sería lo que me haría cambiar una y otra vez de trabajo. Se llama burnout y lo he vivido en más de un trabajo. Hay ocasiones en que me quemaba por el bajo sueldo, otras por el excesivo nivel de exigencia (no soy como esta ex empleada de Apple), otras por sufrir bossing.
Esta situación llegó a producirme ergofobia y a afectar de una manera muy seria a mi salud mental. Ahora, un informe que la Fundación 1º de Mayo ha realizado junto a la Universidad de León y la Universidad de Córdoba, ha analizado cómo todos esos factores afectan a nuestro bienestar y este, a nuestra productividad y desempeño, además de al compromiso laboral que tenemos o dejamos de tener con nuestro trabajo.
Cómo afectan la precariedad laboral en el bienestar emocional de los trabajadores
El informe se llama La influencia de la negociación colectiva en el bienestar laboral, la precariedad laboral, el compromiso y el rendimiento en el trabajo, y de él podemos extraer datos muy curiosos, especialmente con respecto al bienestar laboral.
Entre las condiciones laborales analizadas, podemos ver que la precariedad laboral es uno de los más preocupan y que ya quedó patente cuando te explicamos en qué consistían los lazy girl jobs que ha puesto. De hecho, la insuficiencia de ingresos afecta a un 28,1% de los trabajadores, y el subempleo (trabajar menos horas de las deseadas), a un 23,7%, especialmente en los menores de 35 años, algo de lo que ya te hablamos con la renuncia silenciosa que afecta a la generación Z.
El informe ha hecho además una entrevista a 1.599 personas que trabajan y una de cada cinco, tiene miedo a perder su trabajo, algo patente después de saber qué es el despido disciplinario y cómo lo usan las empresas para echar a sus trabajadores indefinidos.
Además, en el informe se detalla que el 49% de los empleados no tiene capacidad para negociar sus condiciones de trabajo y el 22% piensa que si se afilia a un sindicato su trabajo se verá comprometido. Y un dato aún más alarmante: el 20,8% de los trabajadores considera que no se respetan los derechos laborales, algo que afecta, según el informe, aún más a las mujeres.
Pues bien, todo esto influye, y mucho, en el bienestar laboral y este, en la productividad, sobre todo si tenemos en cuenta que el 55,3% de las personas afirman que su trabajo le hace sentirse agotado mental y emocionalmente, y en el 43,3% hasta le provoca irritabilidad, tristeza, tensión o nerviosismo.
El bienestar en el trabajo afecta a nuestra productividad. Para bien y para mal
Muchos expertos afirman que las personas no "procrastinan porque sean vagas, es su cuerpo pidiéndoles que paren". Con los datos anteriores parece imposible no pensar en que unas malas condiciones laborales que comprometan el bienestar no afecten a nuestra productividad. Por muchos trucos que usemos, si mentalmente nos encontramos agotados, nada funcionará.
Parte de la culpa, según el informe, es de que nos cuesta desconectar después de la jornada laboral, algo especialmente complicado para las personas que teletrabajamos. El 30% tiene dificultades para desconectar, relajarse y olvidarse del trabajo una vez terminada su jornada. De hecho, según este estudio de Microsoft, las ondas beta del cerebro, vinculadas al estrés, son más intensas si por ejemplo tenemos dos horas seguidas de reuniones sin parar. Y de nuevo volvemos a la productividad porque sin descanso, esta se ve mermada.
Si el bienestar laboral disminuye, por ejemplo debido a un desgaste físico y/o psicológico que repercute en su salud mental, la cosa empeora aún más. No solo nos mostramos menos comprometidos con la empresa, sino que el burnout asoma la cara y dificulta, y mucho, la retención de talento (Gellert et al., 2022)
La productividad y el teletrabajo sí funcionan juntas
Uno de los datos más interesantes del informe hace referencia al teletrabajo, que aumentó debido a la pandemia de COVID-19 (Sharma, 2022). El informe afirma que “estas fórmulas pueden, en muchos casos, conllevar una disminución de la interacción con la empresa, repercutiendo en una menor identificación de la persona trabajadora con esta y, por ende, minorar su compromiso laboral, dada la alta inestabilidad laboral de buena parte de su mano de obra (Wang et al., 2022)”. Es decir, nos desconectamos de la empresa en la que trabajamos y esto, evidentemente, disminuye nuestro compromiso con la misma.
Pero si existe esa conexión y nos sentimos apoyados y parte de la empresa en la que trabajamos, la productividad no disminuye. De hecho el teletrabajo mejora hasta en un 28% la productividad tal y como afirma el Informe Anual del teletrabajo de Workmeter, que basa sus resultados en datos.
Esta empresa usa un software de monitorización que registra automáticamente la actividad del ordenador. Más de 46.000 registros de trabajo diario en diferentes sectores, que han dado como resultado que el nivel de concentración de los trabajadores aumenta al 71% cuando teletrabajan, frente al 66% si están en la oficina.
No vamos a entrar en analizar las posibles soluciones aunque sí quiero emitir una reflexión para terminar con esto, y es que de alguna manera estamos “normalizando” sentirnos mal en el trabajo, estar cansados, tener estrés, no desconectar. Estamos asumiendo que la precariedad laboral es lo que nos toca vivir.
Si no hacemos algo pronto y protegemos nuestros propios derechos laborales aprendiendo a poner límites y a decir que “no”, vamos a convertirnos en la generación con más enfermedades mentales de la historia. Si es que no lo somos ya.
Fotos | Catgirlmutant, Vasilis Caravitis, Michael Heise y Christian Erfurt en Unsplash
En Trendencias | Las 105 mejores preguntas para conocer a alguien