Era uno de los pueblos pesqueros más auténticos de España, pero los turistas se están cargando la magia

Ubicado en la siempre soleada y siempre veraniega Costa Tropical de Granada, hay un pueblo pesquero que antaño fue apacible y tradicional y que hoy lucha por recuperar su esencia. Sin embargo, los bloques de apartamentos vacacionales y la masificación turística no se lo están poniendo fácil. El olor a salitre ha sido sustituido por el de la crema solar y poco queda ya de aquel paraíso escondido.

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La Herradura tiene un encanto natural innegable y eso no hay gentrificación que se lo quite. Su bahía en forma de herradura es una preciosidad, pero también es su condena. Atraídos por este rincón de la Andalucía marinera, miles de extranjeros y españoles han desplazado a los vecinos de toda la vida, aumentando la demanda y, con ello, el precio de la vivienda. De hecho, en solo el último año el precio de las casas ha subido casi un 32%.

Y es que el turismo no ha traído demasiadas alegrías a La Herradura. Para empezar, su preciosa playa ha dejado de ser un refugio alejado de todo. Ahora está saturada hasta bien entrado el otoño, llena de motos de agua, fiestas de madrugada y una masificación que pone en peligro el ecosistema costero. De hecho, ya se ha ganado una bandera negra de Ecologistas en Acción por su mala gestión.

Tractores pasan continuamente por el paseo marítimo y la playa para llevar y traer vehículos acuáticos, estropeando la orilla. Además, todo está repleto de toallas y sombrillas y se ha permitido la construcción de chiringuitos permanentes en plena playa, privatizando terreno público.

Por supuesto, este aumento del turismo no solo se nota en la playa. Aparcar en La Herradura se ha vuelto misión imposible y los servicios municipales se desbordan. Se nota en el centro de salud y en la recogida de basuras. Y va más allá, porque en el pueblo cada vez hay más tiendas de souvenirs y restaurantes para extranjeros, perdiendo su esencia tradicional.

Los vecinos no se están dejando arrastrar. Varias asociaciones locales luchan por el turismo sostenible, por el control de la vivienda vacacional y por los alquileres asequibles. Sin embargo, si esto no viene apoyado por las instituciones pasará lo inevitable. Lo que dice Bad Bunny: “que no quiero que hagan contigo lo que le pasó a Hawai”:

Fotos | Hotel Almijara, @visitalmunecarlaherradura, @chiringuitobambu.

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