Cuando, en el año 79 d.C., el Vesubio entró en erupción, no solo acabó con las vidas de miles de habitantes de las poblaciones de la Campania al sureste del volcán, también borró del mapa (literalmente) Pompeya y varias poblaciones de la zona. Durante siglos, fueron ciudades perdidas de las que solo quedaron unos pocos y misteriosos restos próximos a las desembocadura del río Sarno.
Ahora, las ruinas de Pompeya son muy extensas y es posible visitar gran cantidad de los edificios en los que los ciudadanos hacían su vida. Sin embargo, durante 16 siglos, estuvo completamente enterrada. Bueno, casi, porque junto al río Sarno afloraron los restos de las construcciones más altas.
Los habitantes de la zona llamaban a estas ruinas Civita (la Ciudad) y se creía que pertenecían a otra de las ciudades destruidas por el Vesubio: Estabia. Aunque el poeta Jacopo Sannazaro ya había intuido que eran las de Pompeya y, a finales del siglo XIV, en las obras de apertura de un canal se encontraron mármoles y paredes pintadas que fueron ignoradas, no fue hasta la llegada a Italia de un español que la ciudad romana pudo resurgir.
En el siglo XVII, el futuro Carlos III de España había recuperado Nápoles del dominio austríaco, así que la movilidad era segura y sencilla para los españoles en la zona. En este contexto, Joaquín de Alcubierre, un ingeniero militar de Zaragoza, viajó a Italia para trabajar en las obras del palacio real de Portici. Sin embargo, por inquietud personal empezó paralelamente la búsqueda de tesoros antiguos en la península itálica.
Este propósito lo llevó a excavar pozos y túneles subterráneos y acabó topando con el teatro de Herculano, otra de las ciudades desaparecidas en la erupción. Las excavaciones siguieron hasta que Alcubierre creyó haber encontrado la ciudad de Estabia. Sin embargo una lápida lo sacó de su error, pues en ella se leía: "Res Publica Pompeianorum".
De este modo, un español se convirtió en el responsable de uno de los mayores hitos de la arqueología. Además, después seguiría con sus excavaciones, encontrando también los restos de Estabia, Cumas, Sorrento, Mercato di Sabato y Bosco de Tres Case. Sin embargo, la figura y méritos de Joaquín de Alcubierre, que murió en Nápoles en 1780, cayó en el olvido hasta el punto de que pocos saben de actualmente de este hecho. Sin embargo, gracias a él, el resto del mundo ha podido quedar fascinado desde entonces con los restos de la milenaria Pompeya.
Foto de portada | Casey Lovegrove
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