En muchas ocasiones se ha comentado la supuesta mala relación que existe entre Letizia y doña Sofía. Al parecer, la llegada de aquella joven periodista a La Zarzuela no gustó a la reina. Tampoco a Juan Carlos y mucho menos a las infantas. Todos consideraron a Ortiz como una intrusa que había robado el corazón del heredero, pero Felipe se plantó ante los Borbones: o aceptaban a Letizia o jamás se casaría.
Ante semejante tesitura, el emérito y su esposa agacharon la cabeza. Abrieron las puertas de palacio y, poco a poco, aceptaron a la presentadora. No fue fácil para Letizia. Soportó desplantes durante años y tuvo que adaptarse a una institución muy protocolaria. Hoy por hoy, aquella muchacha inexperta se ha convertido en la reina consorte de la nación.
Pero el camino estuvo lleno de piedras. Una de ellas, guste o no a Felipe, lleva el nombre de su madre. Entre Sofía y doña Letizia siempre existió una tensión extraña y ha quedado demostrado en varias ocasiones. Pilar Eyre, en una de sus crónicas de YouTube, relata un curioso episodio que evidencia el mal rollo entre ambas.
Cuando nació Leonor, las abuelas de la pequeña fueron las primeras en acudir a la clínica. Paloma Rocasolano y la entonces reina visitaron a la criatura y, a la salida, los periodistas hicieron su labor. Sofía, sonriente, dijo estas palabras sobre su nieta: "Es muy mona. Muy redondita y muy gordita".
Al escuchar estas declaraciones, Letizia se pilló un buen rebote: "Nos esteramos de que estas dos palabras habrían molestado mucho a Letizia", comenta la escritora. Al parecer, a la actual reina no le parecieron correctos los adjetivos que utilizó su suegra para describir a la futura heredera.
Fotos | Gtres
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