Hoy martes 23 de enero la gran Carolina de Mónaco celebra su 67º cumpleaños. Ella, icono de estilo y mujer libre que, pese a la etiqueta y a las rígidas normas que arrastra una familia como la suya, ha logrado ponerse el mundo por montera y vivir como se le ha antojado sin importarle el qué dirán.
La royal dispone de una personalidad arrolladora con la que ha evidenciado unas ganas locas por romper con lo popularmente permitido. Rebeldía que le viene desde niña y por la educación que le impusieron sus padres: Raniero III de Mónaco y Grace Kelly.
Fue con motivo del 60º cumpleaños de Alberto de Mónaco cuando el marido de Charlene Wittstock, Carolina y Estefanía se reunían junto a su institutriz Maureen Wood y confesaban datos muy interesantes sobre su infancia, en una conversación con los periodistas Isabelle Rivère y Peter Mikelbank y que está recogida en el libro 'Alberto de Mónaco, el hombre y el príncipe'.
La princesa, quien desveló que hasta que NO cumplió los 14 años de edad no le permitieron sentarse a comer junto a sus progenitores, recalcó que Wood "fue la figura clave de nuestra vida. Cuando éramos pequeños, probablemente estábamos más cerca de nuestra niñera que de nuestros padres".
Raniero y Grace hicieron que sus vástagos supieran enfrentarse a la presión mediática o cómo esquivar a los paparazzis: "Teníamos que estar siempre listos, seguir las órdenes. Éramos demasiado jóvenes. A los 12 años yo estaba exasperada, no quería tener nada que ver con todo eso", apuntaba la madre de Carlota Casiraghi. Sin embargo, fue la adorada niñera la que les daba el calor del hogar y la que organiza actividades propias para unos niños de su edad.
"Decidí que también nosotros tendríamos nuestra cena de gala en palacio. El cocinero preparó un menú especial, Carolina se puso un vestido de su madre y Alberto se vistió de uniforme, pusimos música y bailamos", rememoraba Wood sobre el día que los padres de la princesa se marcharon a la boda de los reyes Constantino y Ana María de Grecia.
Fotos | Gtres
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