Nina Ricci en la Semana de la Moda de París primavera-verano 2009

Nina Ricci en la Semana de la Moda de París primavera-verano 2009
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Lo que hace Olivier Theyskens para Nina Ricci es pura poesía; el niño gótico, el niño prodigio de la moda, es tan especial como única es su ropa. Sus modelos no suelen ser mujeres demasiado reales, sino ninfas romanticas y etéreas envueltas en transparencias y vestidos tan frágiles y sutiles, que parecen irreales.

Si la vida es sueño, el sueño del que uno nunca quiere despertar es el universo Nina Ricci; o más bien un cuento muy fantasioso y sin final. En tiempos de crisis, el exceso de realismo no es una opción a contemplar, Theyskens opta por sumergirnos en un mundo paralelo dónde no importa la falta de dinero, dónde sobran las problemáticas y los dolores de cabeza y todo parece flotar.

Y se agradece mucho muchísimo una visión idílica y pluscuamperfecta que distorsione de manera tan sublime la cruda y monótona realidad.

La silueta que propone Olivier es básicamente una: vestidos ligerísimos en tejidos exquisitos, cortos por delante, largos por detrás, alternando volantes, superposiciones, drapeados o líneas totalmente rectas.

Los bustos, adoptan formas medievalistas, con hombreras armadas, y bustiers tipo armazón; aunque la inspiración lencera es uno de los hilos conductores de la delicadeza que predomina en la colección,

y en esa misma línea van las transparencias, en tejidos que se pegan totalmente a la piel.

Los colores son pálidos: nude, malvas, metalizados y azules y rosas empolvados.

Aunque tambien hay sitio para colores más estridentes como el amarillo,

y el naranja.

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