Siguiendo con el capítulo de mujeres con estilo que inauguré con Anna Dello Russo y que viene a poner el contrapunto de la experiencia a la saturación de jóvenes e incompletas celebrities a las que les queda mucho mundo, hoy le toca el turno a otro icono de la elegancia: Franca Sozzani.
Tiene 58 ajados años, una preciosa melena rubia, una delgadez que le viene de constitución y los rasgos marcados pero afinados de una italia del norte como es ella.
Es la editora jefe de la edición italiana de Vogue desde 1988, y estos son su estilo y su historia.
Estando al mando de una de las ediciones más artísticas del gigante Condé Nast no es de extrañar que sus capacidades no se limiten a su agenda de contactos, Sozzani, es la autora de innumerables libros sobre el maridaje entre la fotografía y la moda.
La máxima de la revista que dirije es la estética, no la tendencia, e intenta alejarse todo lo que puede de la moda como negocio para acercarnos a su parte exclusivamente creativa (por ejemplo, las marcas mass market no tienen cabida en sus páginas porque según Franca no crean, sino que industrializan ideas de otros). Y no le falta razón. Vogue Italia no es un decálogo de lo que se va a llevar ni un manual de propuestas sobre qué es lo que te va quedar mejor: Vogue Italia es otra cosa. Es Steven Meisel y sus portadas. Son kilos de publicidad, eso también. Pero es un libro de cabecera, no una publicaión de usar y tirar.
Sozzani es la musa de The Sartorialist, y aunque no suela acudir a demasiados desfiles, a modo de anécdota os diré que las chicas de Marchesa no la dejaron entrar el otro día en su show porque no la reconocieron, el ojo que todo lo ve siempre suele cazarla.
Tiene una hermana gemela, Carla, que desde luego no se queda corta en estilo tampoco, y aunque su color preferido también sea el negro, tiene un estilo muy muy diferente.
De hecho es la dueña de la famosa tienda Corso Como 10 (si pasais por Milán no olvideis buscarla).
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