Ana Pastor sabía lo que hacía cuando le sacó a Rafa Nadal el tema del feminismo y el deporte femenino en su programa El Objetivo. Sabía que la entrevista traería cola, que generaría polémica y que ocuparía los titulares de otros medios. Porque el tenista ya había enseñado públicamente la patita antes con respecto a lo que piensa, por ejemplo, sobre la brecha salarial. Indudablemente, es un profesional que sabrá mucho sobre tenis y sobre la industria del deporte pero es más que obvio que en materia de feminismo le faltan muchas lecturas y horas de estudio.
No lo digo como crítica, al contrario. En cierto modo le estoy echando un cable a Rafa porque no creo que sea relevante lo que tiene que aportar a un debate sobre feminismo y deporte femenino en prime time. Es un poco como hablar, no sé, con Aitana sobre recaudación de impuestos o con Antonio Banderas sobre si existió o no Jesucristo. Seguro que algo pueden decir del tema a nivel usuarios de la vida, pero no es su campo de expertise.
Esto no quiere decir que no puedan dar con una tecla acertada y tener un momento de lucidez sobre un tema sin ser expertos, claro. No es imposible pero no es algo que a Rafa Nadal le pasara anoche en su entrevista con Ana Pastor, donde realmente demostró que no haber tenido la experiencia de ser una mujer deportista y donde aportó más desinformación al debate sobre feminismo que nada constructivo. Así que, voy a aportar la información que le faltó a cada una de sus intervenciones sesgadas:
"La inversión para mí debe ser la misma para hombres y mujeres. Las oportunidades, las mismas. Y los sueldos, ¿los mismos? No".
Esta declaración de Rafa Nada es contradictoria. No obstante, se sobrentiende por el resto de la entrevista que el motivo por el que no se opone a la brecha salarial en el deporte es que los hombres movilizan más público y tienen más seguidores. Sin embargo, se trata de un argumento que, aunque pueda sonar lógico, deja fuera de la ecuación las causas por las que eso sucede. Es decir, el hecho de que las mujeres deportistas cuenten con peores condiciones de partida y menos visibilidad influye directamente en que su actividad genere más o menos retribuciones.
"Si me dices que ser feminista es opinar que un hombre y una mujer se merecen las mismas oportunidades, soy feminista".
Con esta frase así, tal cual y descontextualizada, hasta podríamos darle un minipunto a Rafa. El problema es que es muy fácil decir que hombres y mujeres merecemos lo mismo y ya no tanto estar dispuesto a hacer lo que se necesite para conseguirlo. Eso es algo que a lo mejor ya no gusta tanto a todo el mundo porque estamos hablando de cargarnos una desigualdad estructural que oprime a unos y beneficia a otros. Por lo tanto, ni se va a arreglar solo por ciencia infusa ni basta únicamente con "opinar" algo que suena justo y bonito. Exactamente del mismo modo que una mesa coja nunca deja de moverse hasta que uno se arrodilla y arregla la pata.
"Yo tengo una hermana y una madre".
Que haya mujeres en la vida de un hombre y las quiera, no le hace automáticamente feminista el mismo modo que tener un amigo homosexual no exime a nadie de ser homófobo. No se trata de si la opresión de las mujeres te toca de cerca o no, se trata de reconocer al otros como un ser humano de pleno derecho y como a un igual. Incluso si no la conoces.
"Ese termino [refiriéndose al feminismo] se lleva a unos extremos que... pero si hablamos de cosas lógicas y cosas normales, sí".
Estaría bien saber a qué "extremos", "cosas no lógicas" y "no normales" se refiere concretamente Nadal aquí pero tampoco es realmente necesario para explicar por qué el feminismo parece incomodarle tanto (a él y a otros muchos). Y es que esto no va de ponerse una camiseta de Zara con un eslogan reivindicativo o de proponerse leer más libros de mujeres. Como cualquier movimiento que de verdad busque transformar la sociedad, atenta contra el statu quo.
Como bien explica Isabel Nerin: "Los cambios para suprimir una desigualdad suelen generar resistencias, bien porque conllevan alguna pérdida de beneficios a la parte favorecida, bien porque el grupo que está en desventaja asume los argumentos propuestos para que nada cambie, posiblemente esto último por falta de información". Así que podríamos resumirlo en que Rafa Nadal aboga por la igualdad, pero no a cualquier precio. Solo si a él no le va a repercutir negativamente.
"La igualdad no reside para mí en regalar, la igualdad reside en que si Serena Williams genera más que yo, yo quiero que Serena gane más que yo".
Con esta última declaración, en realidad, volvemos un poco al principio. Sin embargo, ya que saca el nombre de Serena Williams, resulta que hasta ella sufre la brecha de genero. Un ejemplo: mientras que en 2016 ella defendió el título de Ohio a cambio de 495.000 dólares, su compañero Roger Federer hizo lo mismo por 731.000.
Y con respecto a lo de regalar, mejor que se lo explique directamente Clara Sainz de Baranda, especialista en género en la Universidad Carlos III de Madrid y autora de la tesis doctoral Mujeres y deporte en los medios de comunicación: estudio de la prensa deportiva española (1979-2010) con su declaraciones en El diario.es:
“Ellas han tenido que ganar más medallas y demostrar que deportivamente están al mismo nivel para que sea otra historia, para que se invierta más y entonces hablemos de rentabilidad. El problema es que la repercusión no está acorde a lo que merecen, y si no reciben el mismo dinero no es por el espectáculo que dan, sino porque no tienen los mismos recursos”.
Además, añade: "Esa idea de que las mujeres no generan espectáculo es un recurso que han tenido la prensa deportiva y los patrocinadores para no ceder espacio y destinar su dinero exclusivamente a los hombres”. Y pone un ejemplo: “El fútbol femenino ha empezado a sumar ingresos, pero ni siquiera tiene convenio colectivo".
Fotos | @rafaelnadal
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