Cuando se trata de demostrar las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de aprender, hablar, solucionar problemas o leer un mapa, normalmente la respuesta se busca en escáneres cerebrales.
Es fácil encontrar gráficos con colores llamativos que nos explican las diferencias entre los hombres y las mujeres en varias zonas del cerebro y que hacen que las personas que creen en la segregación por sexo a los niños en las aulas o en los entrenamientos militares se sientan respaldadas.
El poder de lo "neuro" no hace más que aplicarse al continuo debate sobre las diferencias entre hombres y mujeres con alusiones a la "neurociencia de vanguardia" haciendo que la gente saque conclusiones sobre las diferencias entre sexos, ya sea entre publicistas o entre políticos y grupos de presión.
La idea de que las diferencias o las desigualdades entre sexos y géneros tienen su origen en el cerebro no es nada nueva. En el siglo XVIII, varios científicos descubrieron que el cerebro de las mujeres [pesaba de media 140 gramos menos que el de los hombres][1] algo que se interpretó inmediatamente como un rasgo de inferioridad. Desde entonces el cerebro de las mujeres no ha dejado de ser pesado, medido y considerado como inferior, una idea respaldada por las creencias en el "determinismo biológico": la idea de que las diferencias biológicas son un reflejo del orden natural de las cosas, algo que modificamos a nuestro antojo poniendo en riesgo a la sociedad.
Desafortunadamente es algo que sigue sucediendo a día de hoy. El "[neurosexismo][2]" es la afirmación de que existen diferencias establecidas entre los cerebros de las mujeres y los de los hombres, lo que explicaría la inferioridad o la inadecuación de las mujeres a algunas funciones determinadas.
Mediante la observación de la actividad cerebral dependiendo del sexo en algunas zonas determinadas del cerebro (como aquellas asociadas con la empatía, el aprendizaje de idiomas o el procesamiento espacial), los neurosexistas han conseguido establecer una "lista básica" de diferencias entre géneros que incluye cosas como que los hombres sean más lógicos que las mujeres o que a las mujeres se les den mejor los idiomas o el criar niños.
El espectro de las diferencias de género
Las técnicas de imagen del cerebro nos han permitido conocer la actividad cerebral al detalle, algo que les ha dado a los investigadores una inmensa cantidad de datos con los que trabajar. También se ha descubierto que nuestros cerebros [pueden modificarse según diferentes experiencias][3], incluyendo aquellas asociadas con ser hombre o mujer. Esto pone de manifiesto el problema del enfoque determinista y también demuestra que es necesario tener en cuenta otros factores como la educación y el estatus económico y social a la hora de comparar las características cerebrales.
Los psicólogos también han comenzado a establecer que muchos de los rasgos psicológicos que asociamos al sexo masculino o al femenino no son tan sencillos de clasificar.
Un [estudio reciente][5] analizó varias características de comportamiento de este tipo y llegó a la conclusión de que no se pueden encasillar en dos categorías binarias exclusivas. Incluso las habilidades cognitivas espaciales "superiores" de los hombres, algo que mucha gente da por hecho, [se ha demostrado que empeoran][6] con el tiempo y que incluso llegan a desaparecer. En algunas culturas, la situación es al contrario.
Pero no solo eso. También han conseguido demostrar que la idea de que existe un cerebro "masculino" y uno "femenino" [es falsa][7]- Un [estudio reciente][8] mostraba como todos los cerebros son en realidad un mosaico con diferentes rasgos, algunos de los cuales son más comunes en los cerebros de los hombres y otros en los de las mujeres, pero nunca son exclusivos de un género.
Sin embargo, los viejos argumentos basados en una supuesta neurociencia no acaban de desaparecer. Parece ser que las noticias de que existen diferencias de género gustan mucho, sobre todo cuando vienen respaldadas por imágenes del cerebro: existen libros de autoayuda, anuncios, artículos de periódico y contenidos en las redes sociales que [se fijan en dichas historias][9], da igual que muchas veces dichas teorías puedan ser refutadas de forma instantánea.
Este tipo de neurociencia populista muchas veces se basa en un modelo erróneo de lo que son las imágenes del cerebro y tiende a presentarlas como una especie de _cinéma vérité_ donde podemos ver las estructuras y las funciones cerebrales de forma clara e inmediata. Sin embargo los mapas del cerebro son el resultado de una larga cadena de manipulación de imágenes y de procesamientos estadísticos programados específicamente para poder ver las diferencias. No no dicen lo que hace cada cerebro en una situación determinada.
Lidiando con la neurobasura
Es muy fácil culpar a los medios de comunicación o a la industria del márketing, pero este tipo de neurobasura muchas veces viene respaldada por la propia comunidad de la neuroimagen.
En muchas ocasiones los investigadores [no se preocupan lo suficiente][10] para considerar en sus estudios el papel de variables más amplias o a la hora de escoger a los participantes.
Los términos del tipo "fundamental" o "profundo" suelen aparecen en los resúmenes de los estudios sobre diferencias de género, incluso cuando un exámen detallado de las tablas de datos revela que las repercusiones son mínimas o los resultados insignificantes a nivel estadístico.
También existen ejemplos de investigadores que interpretan los resultados a favor de diferencias estereotípicas desfasadas. Por ejemplo, [pueden asumir][12] la superioridad espacial de los hombres o las destrezas lingüísticas de las mujeres cuando son datos que ni siquiera fuera comparados durante la fase de preparación del estudio.
Aparte de que se trata de una práctica científica cuestionable, este tipo de estudios alimentan la creencia en la neurobasura y [respaldan la creencia][13] de que, independientemente de la "verdad", los hombre y las mujeres son inmutablemente diferentes.
Desafiar el neurosexismo no significa negar la existencia de cualquier diferencia de género, aunque haya quien piense así. Por ejemplo, la investigación en salud mental ha demostrado que existen diferencias importantes según en sexo en la incidencia de algunas enfermedades como la depresión, el déficit de atención con hiperactividad y el autismo. Reconocer este tipo de diferencias puede ser clave a la hora de encontrar los tratamientos adecuados.
Sin embargo, aunque sepamos que el concepto de cerebro "masculino" o "femenino" es erróneo y que la lista de diferencias psicológicas de género no está a la altura, deberíamos dejar de pensar que se basa en la categorización binaria del sexo biológico. Puede que lleve su tiempo cuestionar este tipo de creencias tan arraigadas, pero si nos aseguramos de que los científicos, los medios de comunicación y el público en general son conscientes del problema, será un buen sitio por donde empezar.
Autora: Gina Rippon. Catedrática de Neuroimagen Cognitiva en la Universidad de Aston.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
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