Se ha colado entre mis 10 mejores looks de calle infinidad de veces, y por fin he descubierto que tras el blazer azul de Givenchy y los botines de Manolo Blahnik para Christopher Kane se esconde Vanessa Coyle , una australiana afincada en Londres que fue nombrada editora de moda senior para la edición inglesa de Harper's Bazaar en 2007.
Antes de su andadura como fija en una publicación de moda de semejante prestigio, Coyle llevaba ejerciendo de estilista freelance una larga temporada y ya se había ganado la amistad de John Galliano o Riccardo Tisci.
Confiesa que tras años de llamar a las puertas de las grandes firmas y ser ignorada, está encantada de que ahora sean las marcas de prestigio las que se pelean por salir en las páginas de su revista; humilde, trabajadora y cero trendsetter (al menos así se define ella), recicla la ropa hasta que se le rompe y repite siempre que puede.
Y eso es precisamente lo que me gusta de ella, que se declara abiertamente una firme opositora de todo lo "it", y se considera una persona muy práctica, nada excéntrica ni obsesionada con las tendencias, cuyo estilo no viene orquestado por ninguna marca aunque se confiesa adicta a Martin Margiela.
La primera vez que me llamó la atención fue con este estilismo: me encanta lo de la sudadera de YSL con blazer marino.
Su prenda fetiche es sin duda justamente ésta, la americana, aunque también apuesta por las mini cazadoras de cuero (me encanta como lo combina aquí con un total look en denim).
Y como os decía, no duda en repetir camisetas, botas, faldas, y lo que haga falta porque no tiene manías con eso de tropezar dos (o tres) veces con la misma prenda.
Sus looks son básicamente informales, juveniles, desenfadados, y sobre todo, cómodos para la labor que desempeña.
No es especialmente exquisita ni refinada, no es chic hasta la saciedad ni ultra femenina, pero es coherente y sigue sus propias pautas.
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