Para tener una mejor calidad de vida, nuestros grandes aliados son hacer ejercicio físico y estar físicamente activos. Y es que es mucho lo que el deporte puede hacer por nosotros: envejecer de manera más activa, ayudar a nuestro sistema de defensas y a prevenir infecciones, ayudar a concentrarnos y mejorar nuestra memoria, mejorar nuestra capacidad de autocontrol... Y, por si todo ello fuera poco, también puede ayudarnos a luchar contra la ansiedad.
Mejoras físicas de la ansiedad
La ciencia ha demostrado que hacer ejercicio físico ayuda a liberar endorfinas y a que nuestro cuerpo se relaje más fácilmente. Sobre todo, después de dicho ejercicio. La irisina es otra hormona que parece estar relacionada con los niveles de ansiedad. Una mayor liberación de irisina podría significar unos niveles más bajos de ansiedad. ¿Y cómo podemos liberar esta hormona? Pues muy sencillo, haciendo ejercicio físico. Concretamente, llevando acabo ejercicios aeróbicos.
Además, al reforzar y trabajar la musculatura también ganamos control sobre ella, de manera que nos resulta más sencillo reconocer cuándo estamos tensos y cuando relajados. Esto es de gran valía a la hora de poner remedio en el momento en el que sintamos una tensión anormal.
Las personas con ansiedad, en general, tienden a hacer respiraciones muy cortas y poco profundas llevando el aire únicamente a la parte superior de los pulmones. Este tipo de respiración agitada y superficial acaba provocando un círculo vicioso: cuánto más ansiedad sentimos más agitadamente respiramos; cuánto más agitadamente respiramos más ansiedad sentimos ya que este tipo de respiración suele ser una respuesta al miedo, al peligro y a la tensión.
Hacer deporte te obliga a aprender a respirar mejor, mejorando además nuestra capacidad pulmonar y el control que tenemos sobre nuestra propia respiración. Gracias a esto, aprenderemos a respirar adecuadamente en nuestro día a día, lo que favorecerá la relajación.
Mejoras mentales de la ansiedad
Hacer ejercicio nos ayuda a dormir mejor y a descansar bien. De hecho, algunas personas, como ya contaron los expertos Vitónica, van al gimnasio con el único fin de dormir mejor. Y es que es una pesadilla que se muerde la cola porque dormir bien repercute directamente en nuestros niveles de ansiedad. Al estar descansado tendremos más facilidad para mantener la concentración, nos encontraremos más descansados y aliviados.
Otro tema es que, cuando estamos sufriendo un pico de ansiedad, nuestro foco de atención está constantemente puesto en el malestar que sentimos y resulta muy complicado salir de ahí. Esto es algo que resulta agotador pero, sin embargo, hacer ejercicio es tan exigente para nuestro cuerpo y nuestra mente que, aunque nos de pereza ponernos en marcha, nos obliga a desconectar para poder centrarnos en la tarea que estamos llevando a cabo, como lo haríamos con una actividad creativa como los mandalas.
Este momento de concentrarnos en algo que no sea nuestra ansiedad es muy necesario ya que nos ayudará a descansar y a aprender a cambiar el foco para que podamos hacerlo con otras tareas.
En ocasiones, las personas que sufren de ansiedad tienen problemas de inseguridad y de autoconfianza y autoeficacia. Esto llega a provocar que se cuestionen a sí mismos y todas sus elecciones constantemente. Este dudar, aunque viene provocado por nuestra ansiedad, también provoca que esta empeore.
Sin embargo, hacer ejercicio físico consigue mejorar nuestra autoconfianza y nuestro sentimiento de autoeficacia ya que, poco a poco, vamos consiguiendo alcanzar metas y sintiéndonos mejor en nuestro cuerpo.
Fotos | @oysho