Tenemos la escapada de invierno más especial de todas y se escondía en pleno corazón del Pirineo catalán. Allí, entre montañas nevadas hay un pequeño y pintoresco pueblo llamado Durro. Su ubicación lo hace muy especial, pero más aún el hecho de que es la localidad con más bienes reconocidos por la UNESCO por habitante de España.
Este pueblo forma parte del famoso Vall de Boí, un municipio formado por varios valles y sierras en los que se encuentran nueve iglesias románicas, declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Durro, con sus 79 habitantes, tiene dos de dichos templos, escondidos en sus calles empedradas y medievales: la iglesia de la Natividad y la ermita de Sant Quirc.
Ambos monumentos son auténticas joyas arquitectónicas, un reflejo del pasado medieval de la localidad. La iglesia de la Natividad presenta una estructura robusta y sencilla, con paredes gruesas y una nave central enorme. Ha sido remodelada en varias ocasiones, dando lugar a las capillas góticas y la sacristía barroca interiores. La entrada cuesta 2 euros.
Por su parte, la ermita de Sant Quirc es un edificio del siglo XII cuya magia radica en su entorno privilegiado. Está ubicada a 1.500 metros de altura, en la montaña de Durro, rodeada de sierras verdes que se tornan blancas por la nieve en invierno. Conserva su altar románico, pero contrasta con el retablo barro y la imagen gótica del santo.
No solo las iglesias hacen especial y encantador a Durro. El pueblo mantiene intacto toda su esencia de villa medieval, con callejuelas estrechadas, casonas de piedra y rincones preciosos. Todo ello con vistas al Parque Nacional de Aigüestortes, montañas y montañas hasta donde alcanza la vista para que conectar con la naturaleza sea sencillo.
Fotos | Consorci Patrimoni Mundial de La Vall de Boí.
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