Es una de esas socialities anónimas cuya misión en la vida es pertenecer a la alta sociedad y ser una chica Vogue. Su boda con Andrés Santo Domingo el invierno pasado fue uno de los acontecimientos del año y el reportaje que retrataba el feliz momento fue uno de los artículos más comentados del número de Vogue en el que salió publicado, y no era para menos.
Los célebres invitados y las toneladas de glamour que se desprendieron por metro cuadrado eran dignos del cuento de hadas más suntuoso y fantástico ¿Sueño o realidad? Aquello fue pura ciencia ficción. Pero y lo que nos hizo disfrutar semejante quimera. Casi nadie puede permitirse un vestido a medida de Nina Ricci, ni fletar aviones para 2000 invitados, ni vestir a sus damas de honor de Valentino, Chanel o Carolina Herrera.
Ni falta que hace. La mayoría con conformamos con encontrar a la persona adecuada. Pero como observadores y jueces que somos, nos permitimos opinar y disfrutar de excentricidades ajenas sin que nos traumatice el hecho de no poder aspirar a ellas.
Lauren Davis, ahora, Lauren Santo Domingo podría ser la protagonista de Gossip Girl pero con diez años más. Hija del dueño del grupo Perrier, educada en los colegios más exclusivos y las universidades más prestigiosas, es guapa, rica y además trabajaba a las órdenes de Anna Wintour (esto último es símbolo de bienestar no motivo de envidia o halago, que conste). Empezó como asitente de moda en su revista y enseguida subió puestos, pero desde que se casó, se dedica a sus cositas, es decir: a no hacer nada. Bueno, depende de como se mire, hace mucho, su tarea es básicamnete escoltar en las pasarelas de medio mundo a las redactoras de Vogue, esa revista que la vio nacer y la catapultó a los brazos de J.Mendel y Carolina Herrera dónde llegó ser Vicepresidenta de Comunicación (gracias Mrs de Winter).
Aunque no os fiéis demasiado de las nomenclaturas, no son siempre sinónimo de esfuerzo aunque sí de retribución. Esos maravillosos puestos que consiguió seguramente no fueron por méritos propios ni aptitudes personales sino por la extensa y maravillosa red de contactos y "cartera de clientes" que la chica lleva consigo allá donde vaya.
Su marido es el tío de Tatiana Santo Domingo, la actual novia de Andrea Casiraghi, y el hermano de este, Alejandro, fue novio durante mucho tiempo de Eugenia Silva.
La verdad es que la chica tiene un estilo envidiable, y sí, con dinero es todo mucho más fácil, pero queridos, ya lo hemos dicho muchas veces: el gusto no se puede comprar.
Dior nos libre de versar juicios morales sobre ella y de entrar a valorar su papel en la sociedad, ciñéndonos a lo que aquí nos ocupa, nosotros estamos encantados de que su única actividad conocida y retratada sea pasearse por las fiestas de Manhattan, porque no todas las Desperate Housewives del Upper East Side que tienen todo el tiempo del mundo saben emplearlo como lo hace ella.
Por mí puede seguir toda la vida desocupada, si me tengo que gastar 3.50 euros en una revista, al menos, que no tenga que alimentarme de seudo señoritas que además de no tener ni oficio ni beneficio, son un atentado contra la vista.
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