El Dr. Álvaro Bilbao es neuropsicólogo doctorado formado en Baltimore y Londres y además es psicoterapeuta y ha colaborado con la Organización Mundial de la Salud. Su libro ‘El cerebro del niño explicado a los padres’ ha sido traducido a veinte idiomas, lo que le convierte en uno de los expertos españoles más prestigiosos en lo que a crianza consciente se refiere.
Ayuda a los padres a educar en positivo basándose en cómo funciona el cerebro de los niños. Pero también es padre, por eso es más consciente aún si cabe del impacto que como padres tenemos en el futuro de nuestros hijos. Tanto, que podemos conseguir que sean felices el resto de su vida solo con seis cosas sencillas pero eficaces, tal y como explicaba el experto en sus redes sociales.
No les des todo lo que te pidan
Es indudable que como padres tenemos que dar a nuestros hijos lo que necesitan. Pero hay una sutil diferencia entre darles lo que piden y lo que necesitan. “A medida que se hacen mayores saber decir “no” es tan importante para su desarrollo cerebral como darle afecto”, afirma. Él mismo asegura que dice que “no a sus hijos cuando le piden ayuda para hacer algo que pueden hacer por sí solos. Por ejemplo, abrir una botella de agua, alcanzar un juguete que tiene lejos.
Como padres debemos enseñarles a que solucionen sus propios problemas y se conviertan después en adultos resolutivos. Si les damos todo lo que piden, no lo conseguiremos. “La vida es una travesía muy larga y tienen que aprender a navegar mares tranquilos y tempestades”, sostiene Bilbao.
Dales abundantes muestras de afecto, físico, tiempo y atención plena
Lo más valioso que podemos darle a nuestro hijo es amor, tiempo y atención, porque según el experto “es la base para que se sientan seguros el resto de su vida”. Las muestras de amor ayudan a que los niños desarrollen una mayor confianza y autoestima, aprendan a confiar en los demás, a expresar sus emociones de manera saludable y a establecer conexiones significativas con quienes les rodean. Y eso, en el futuro, es felicidad asegurada.
No intentes ser un padre perfecto
Las investigaciones sugieren que los padres perfeccionistas y aquellos que se presionan a sí mismos experimentan tasas más altas de agotamiento. Te diré algo: ser un buen padre no significa ser un padre perfecto. Igual que no somos personas perfectas, no podemos pretender ser padres perfectos. La Dra. Inger Burnett-Zeigler, explicaba en el NY Times que alejarnos de los debería y la perfección es vital. No necesitas que la cama esté perfectamente hecha, sino que tu hijo la haga él solo y participe en las tareas de casa.
Tus hijos prefieren un padre relajado y feliz, que uno estresado por intentar ser perfecto, tal y como explica Bilbao. Y cuando huimos de esa perfección somos más felices, tal y como sostiene la filosofía wabi-sabi, y enseñamos a nuestros hijos que errar, no llegar a todo y equivocarse también es parte de la vida, lo que desarrollará su tolerancia a la frustración.
No esperes que estén felices todo el tiempo
“Todos tenemos momentos buenos y malos y recuerda que las emociones tienen que fluir” según Bilbao. Aprender a gestionar las emociones no significa esconder las degradables o estar siempre contentos. Al igual que los adultos, los niños tendrán un amplio espectro de emociones que sentir y de las que aprender y hay que dar espacio a todas.
“Cuando surgen emociones, es natural querer controlar los sentimientos de su hijo”, afirma la neuropsicóloga de Harvard Julia DiGangi, “pero como padre su trabajo no es controlar las emociones de sus hijos, sino dominar las suyas propias”. Podemos enseñarles a gestionar sus emociones gestionando las nuestras sin que dejen que nos dominen, y ayudándoles a identificarlas para que ganen autocontrol.
La corregulación también ayuda a que tu hijo aprenda a manejar sus emociones a medida que crece y superar dificultades en el futuro por sí solos. Y una cosa por si dudas: los niños que pueden manejar mejor sus emociones tienen más probabilidades de ser resilientes, así que les estás haciendo un favor enorme cuando les das espacio.
No dejes que hagan cosas que no son buenas para ellos
Aunque hayamos apostado por una crianza positiva, hay que ser conscientes de que como padres tenemos que poner límites a nuestros hijos. Bilbao afirma que “los límites ayudan a los niños a desarrollar la corteza prefrontal, y eso les permite ganar autocontrol, resistencia y capacidad de soportar la frustración”. No tenemos porqué sentir culpa ni que poner un límite se convierta en un drama si lo hacemos desde el amor, sin enfados ni gritos.
Se pueden establecer límites y brindar seguridad emocional al mismo tiempo validando las emociones pero sin ceder. Por ejemplo, podemos decirle “entiendo que estás cansado y que ir al colegio parece difícil, pero necesitas levantarte”.
Cuando tengas que corregir, hazlo desde la calma
Según Bilbao, la calma es tu mayor superpoder, y cuando enseñas a tus hijos desde ella, les enseñas a ser personas calmadas en el futuro y a autorregularse. Esto es especialmente importante a la hora de calmar la rabieta de nuestros hijos. Como nos explicaba la psicóloga de desarrollo Aliza Pressman, “el cuidador, en cierto sentido, le está prestando su sistema nervioso al niño”. Si nosotros no controlamos nuestro comportamiento y perdemos la calma, el niño nos imitará. Por eso es importante que nos calmemos antes de hacer nada porque si lo consigues, es más probable que des una respuesta tranquila a la situación.
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