Con 80 años recién cumplidos (los cumplió el pasado 19 de abril), Fernando Botero es uno de los pintores vivos más importantes del mundo, con exposición permanente en Italia, España, Brasil, México y Colombia.
Incluso, se ha dado el lujo de exhibir sus obras en sitios tan emblemáticos como los Campos Elíseos de París, la Gran Avenida de Nueva York, el Paseo de Recoletos de Madrid, la Plaza del Comercio de Lisboa, la Plaza de la Señoría en Florencia y… ¡hasta en las Pirámides de Egipto!
Todo gracias a un estilo que se caracteriza por el uso de una volumetría exagerada y desproporcionada en sus grandes obras (algunas de ellas tridimensionales), y a esos pequeños detalles cargados de ironía y de humor, que no son sino una sutil crítica de lo más mordaz. Por este motivo, no es de extrañar oírle comentar que la forma más simple de la naturaleza es la naranja y que, sin embargo, es también la más difícil de pintar.
Fernando Botero es un hombre de una capacidad intelectual asombrosa, y con un conocimiento enciclopédico de la historia de la pintura. Trabajador incansable, se ha ganado a pulso el reconocimiento que tiene hoy. Trabaja durante horas en su estudio con una disciplina encomiable que es el reflejo de la tremenda pasión que siente por el arte.
“Trabajo ocho horas diarias, de pie, pero no siento cansancio. La verdad es que me divierto tanto, siento tal emoción, tal sensación extraordinaria, que no puedo llamarlo trabajo”
Para Botero el arte tiene que dejar una estela, una huella, por ese motivo no está de acuerdo con lo que hoy llaman arte efímero:
“que se hace por producir choque y que es casi como un concurso de extravagancia. Creo que lo que se hace es arte desechable”.
Botero lamenta que hoy, dentro del arte contemporáneo, muy pocos artistas sean dibujantes y que se estén perdiendo el placer de los colores, de la paleta, de los pinceles, y el hacer sus obras con sus propias manos. Asegura que la pintura es básicamente forma y color, y que lo que más le ha interesado a él, siempre, ha sido el color local de las cosas.
El maestro Botero añade que, para él, la escultura es otra forma de interpretar la sensualidad en los volúmenes, con los cuales cumple su sueño de acercar el arte a la gente. El estilo de Botero, plenamente figurativo, se caracteriza en lo plástico por cierto aire naïf, y en lo temático por la representación de personas y animales siempre como figuras sobredimensionadas.
Cada uno de sus cuadros es una declaración de principios. El arte quizá no tenga el poder suficiente para poder producir cambios sociales o políticos, pero sí que es capaz de perpetuar en el tiempo la memoria de un episodio.
Fernando Botero, los 80 años de un pintor de la vieja guardia, que asegura haber tenido la suerte de vivir siempre de la pintura por haber sido fiel a sus convicciones, y por haber seguido adelante contra viento y marea.
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