La gordofobia es un término que está a la orden del día. Ese sentimiento de repulsión hacia quienes sufren de exceso de peso y se alejan de los patrones estéticos establecidos no ha hecho ningún bien a nadie hasta la fecha. El peso y todo lo que gira en torno a él ha supuesto momentos traumáticos en muchas mujeres.
Pero no sólo eso. Muchas son categorizadas como la que no te gustaba y ahora está buena (sí, ya lo dice Lola Indigo). Como si se tratase de una meta, el "objetivo" a seguir para que toda mujer viva tranquila y... ¿feliz? TikTok también se hizo eco del tema con su 'glow-down challenge'. La entonces anónima Gabrielle McDonald, cansada de ver los 'glow-ups' de la gente, donde exponían cómo habían mejorado y embellecido con el paso del tiempo, propuso mostrar sin tapujos ni complejos precisamente lo contrario.
"En la belleza influye más la emocional que la física. Como vemos en las consultas, el problema de unir belleza y peso deriva en que se asocia la pérdida de kilos con sentirse aceptado", recoge Cristina Pérez, directora del equipo de psicólogos de Siquia. La experta sostiene que todo esto tiene que ver con la cultura social, al igual que los trastornos alimenticios, los cuales, cuando el peso se convierte en una obsesión, empiezan a aparecer junto a la ansiedad, la depresión y, por supuesto, la baja autoestima. "Al final, la mitad de nuestra vida es una lucha contra el peso", concluye.
En cualquier caso, si algo está claro es que un comentario sobre el físico de alguien puede impactar de formas inimaginables en su salud mental; desde afectar a su autoestima hasta sentirse inseguro con su cuerpo. Recogemos algunos testimonios que así lo han sentido:
María (29): "Mi cuerpo no necesita opinión, necesita respeto"
"Tenía 20 años, una talla 44, medía 1'62 y me sentía acomplejada con mi cuerpo, especialmente en verano, cuando me rodeaba de mis amigas en la playa. Un día fui al endocrino y me propuse adelgazar", asegura María (29).
Lo primero que entendió en consulta es que un cuerpo delgado no es necesariamente un cuerpo sano. En cuanto perdió peso, empezó a recibir todo tipo de piropos y halagos. "Al principio tenían su punto, luego me empecé a sentir súper incómoda y pedí que dejasen de hacerlo", confiesa. Cuenta que sintió cómo de repente sus amigas contaban con ella en más planes para salir por la noche, se 'colaba' en más fotos para Instagram... se había convertido en una persona cool de cara a la galería y ella quería seguir siendo la de siempre.
"¿Por qué no apostar por una belleza plural? Todo habría sido muy diferente si desde un inicio nos hubiesen enseñado a no enfocar la salud en los kilos. Sentí una violencia emocional muy fuerte porque aún me pregunto qué habría pasado si hubiese seguido siendo rellenita. ¿Qué fiestas o planes me habría perdido? Todo es tan superficial... Mi cuerpo no necesita opinión, necesita respeto", explica María.
Sara (31): "Al ser delgada, nadie juzga tus hábitos o tu cuerpo"
"Parece que si no estás delgada debes pasarte la vida demostrándole al mundo que intentas serlo", cuenta Sara (31). Reconoce que al ser delgada, nadie juzga tus hábitos o tu cuerpo. Como si sólo pudieses ser respetada o validada estando delgada.
"Es como si sólo pudieses ser respetada o validada estando delgada"
"Así me sentí yo tras perder 20 kilos. Asumían que por ser gorda no me cuidaba ni alimentaba correctamente y la realidad es que ahora tampoco lo hago, porque vivo pasando hambre y soy consciente de mis problemas con la alimentación. Por eso no creo que el discurso gordófobo sea propiedad de nadie. Cada uno lo sufrimos de una manera determinada".
Claudia (38): "Todo habría sido diferente si nos hubiesen enseñado a no enfocar la belleza en base a lo normativo"
Claudia (38) tenía una malísima relación con mi cuerpo cuando empecé a adelgazar. "Me ha costado ocho años perder diez kilos y reconozco que en mi caso ha merecido la pena aunque el precio a pagar ha sido tremendo", reconoce.
"Se reían de mí e intentaban hacerme fotos, fue humillante"
"Un día, de compras con mi madre, vi en los probadores como dos chicas no podían quitarme la vista de encima, observaba cómo se reían e intentaban hacerme fotos. Fue humillante y lo peor de todo es que no tuve el valor de decirles nada", dice.
Confiesa que adelgazar le llevó a terapia, no era capaz de relacionarse con su nuevo cuerpo y con lo que, irremediablemente, implicaba tener una nueva vida. "Se me han quedado muchas secuelas. Ahora veo a alguien mirándome y pienso que está hablando de mi aspecto físico o que quizá sacarán una cámara para reírse de mí. Sé que todo está en mi cabeza pero fueron tantos años de machaque que aún hoy todo esto me pasa factura".
Macarena (40): "Pasé de ser su obra de caridad a ser su media naranja"
En el caso de Macarena (40), adelgazar supuso un cambio para los hombres, no para ella ni para su manera de relacionarse con ellos. "Lo pasé mal. Salían conmigo y se creían que me hacían un favor por estar gorda... Como si por serlo no pudieses decirles que no".
"Se creían que me hacían un favor al salir conmigo, con una gorda"
Entonces, y nos habla de hace tan sólo cinco años, le encantaba un chico y estuvieron quedando un par de meses. "Me dijo que si adelgazaba 10 kilos se casaba conmigo. Por cosas de la vida, mi padre sufrió una enfermedad que consumió toda mi energía. Me quedé en los huesos. Hace seis meses nos reencontramos y me mandó un mensaje diciéndome que estaba espectacular y que cuándo nos tomábamos algo. Le mandé donde te puedas imaginar. Lo único que quiero es rodearme de personas que me acepten y respeten", concluye.
Marta (41): "Si lo que vas a decir no aporta absolutamente nada, por favor, ahórratelo"
A Marta (41) le habría encantado que le hubiesen dicho desde pequeña que iba a ser normal que su cuerpo cambiase con el paso del tiempo: "Tras ser madre, engordé 15 kilos que conseguí perder en el confinamiento. Volví a mi peso de siempre tras tres embarazos. Cuando llegué al trabajo, empecé a pedirle a la gente que, si lo que iba a decir no aportaba absolutamente nada, se lo ahorrasen".
Reconoce que hubo comentarios que le halagaron, pero no podía con aquellos que le hacían sentir que la de antes era un cero a la izquierda. Frases tipo 'Menos mal que te los has quitado, estabas que no parecías tú'. "Me parece una crueldad tremenda, si me afectó a mí con mi edad no me imagino lo que debe ser para una adolescente...", sentencia.
Ana (27): "Es como si invalidasen a la persona que era antes"
Comentarios como 'es por salud' son la mejor excusa para poder hablar del cuerpo de otras personas cuando nadie tiene por qué opinar sobre otras personas. Es lo que opina Ana (27), quien argumenta además que nadie tiene por qué decir que te ve más guapa: "Te dicen que te ven más saludable, pero no saben si tu alimentación es de traca, si te has convertido en una obsesa del brócoli o si tienes algún trastorno".
"Te dicen que te ven más saludable, pero no saben si tu alimentación es de traca y no comes otra cosa más que brócoli"
También le molestan expresiones del tipo "ama tu cuerpo tal y como es". Entiende que el concepto es importante cuando hablamos de autoestima pero está convencida de que todo eso es mentira, es una opresión.
"¿De qué sirve decir "ama tu cuerpo como es" si no hay ropa que incluya tallas para todos los cuerpos? Al margen de eso, los comentarios hirientes constantes minaron mi salud mental incluso después de perder peso. Me he sentido muchas veces como si invalidasen a la persona que era antes de perder peso cuando en realidad soy la misma con unos kilos menos".
El proceso de aceptación
Cristina Pérez recalca que es lógico que existan partes de nuestro cuerpo que no nos gusten y lo adecuado es aceptarlas y mirarlas con mimo para así poder cambiarlas o quererlas tal y como son.
Ocurre también con otros aspectos que no están exclusivamente relacionados con el peso. Puede que haya llegado un punto en que nos sintamos más guapas porque nuestro cutis ha mejorado y ya no tenemos acné, o bien nuestro pelo comienza a verse mucho más sano y con más cantidad o incluso hemos dicho adiós a las bolsas en los ojos. En cualquier caso, la experta hace hincapié en no dejarnos llevar por todas esas ideas preconcebidas y ser fiel a nosotras mismas, sintiéndonos guapas por dentro, queriendo todo nuestro ser en cualquier circunstancia.
En cualquier caso, recomienda poner en marcha herramientas para cambiar aquello que nos esté haciendo daño y recoge que lo podemos trabajar con ayuda de un psicólogo, en caso de que no seamos capaces de afrontarlo solos: "Mírate, analízate y mímate. Cambia solo si así lo consideras tú, no por el deseo de agradar, encajar o ser aceptada".
Fotos | 'El diario de Bridget Jones'
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